Andrea XXIX, me gusta la playa.

Sus manos recorrían mis tetas y se paraban en mis pezones para estirarlos, girarlos, acariciarlos, para luego pasar con la punta de su lengua y acabar metiéndolos en toda la boca y chuparlos con total deseo.
Estábamos en una playa, al lado de unas rocas y esa chica era guapísima, con un cuerpo de escándalo, unas tetas tremendas y un coñito depiladito y pequeño.
Su cuerpo rozaba contra el mío y sus manos iban bajando por mi cuerpo, haciéndome estremecer y que mi chocho se fuera llenando de flujo poco a poco, hasta parecer que estuviera meada.
Me volví loca cuando sus dedos tocaron mi coño, jugando con mi clítoris me hizo gemir y temblar a la vez.
Bajando con su lengua por mi estómago, metiendo la puntita en mi ombligo, suspiré con gran deseo de que eso que me estaba haciendo me lo hiciera en el chocho, que tan caliente tenía.
Al no poder aguantarme le agarré la cabeza con las manos y se la fui bajando hasta que llegó a la altura deseada y entonces ella ya supo lo que tenía que hacer. Empezó a jugar en mi clítoris con la puntita de su lengua y luego me lo chupó. Después pasó su lengua por todo mi coño desde arriba abajo, sin dejar ningún sitio por recorrer, para seguir metiendo la punta de la lengua por mi agujerito, metiéndola hasta lo más hondo que podía.
Yo no paraba de gemir y pedirle que siguiera chupando, agarrándole la cabeza y apretándosela contra mi chocho.
Al rato me metió un dedo por el coñito y comenzó a meterlo y a sacarlo muy despacio, mientras, no paraba de chupar los jugos que salían de mi interior.
Pronto metió otro dedo y otro más, hasta que me metió toda la mano dentro y me hizo mirar lo abierta que estaba y lo fácil que entraba y salía su mano de mi chocho.
Eso me calentó muchísimo y rápidamente me giré, de forma que mi cara quedara en su coño y la de ella siguiera estando en el mío.
Y durante un rato continuamos chupándonos los chochos y metiendo los cinco dedos de nuestras manos; cuando de repente sentimos más manos a nuestro alrededor y más tetas, más coños restregándose contra nuestros cuerpos y más lenguas recorriendo nuestra piel.
Pude ver a unas cinco chicas que se habían quitado toda su ropa y la habían dejado tirada por el suelo, para poder participar en lo que yo y la otra chica teníamos organizado.
Me puse a mil al mirar tantas tetas, tantos chochos , todos depilados; así que no pude resistirme y comencé a tocar por todos lados, a chupar de unas tetazas a otras, de unos coños a otros, no paraba de lamer hasta que quedaban secos y cada uno me sabía mejor que el anterior. Ellas gemían de placer y me agarraban del pelo mientras me decían "Sí putita, chúpamelo todo, no dejes ni una gota. ¡Que bien lo haces!"
Las puse a todas a cuatro patas y fui dándoles palmadas en los culos una a una y pasándoles un lametazo por el coñito y otro por el culo. Eso les volvía locas porque querían más y yo las dejaba con la miel en los labios. Me encantaba tener el mando, el poder, que todas hicieran lo que yo les pedía, me daba mucho morbo.
Después les mandé a una quedarse de rodillas, a otra que le chupara el chocho y cogí a otra y la acosté de tal manera que le pudiera meter dedos por el culo. Yo me puse delante de la que estaba de rodillas y poniéndome con las piernas abiertas, metí mi coño en su cara y le ordené que me lo chupara, a lo que ella obedeció encantada. Mientras las demás tenían que mirar, pero no tocar. Luego intercambiamos las posiciones, las que estaban mirando pasaron a la acción y a las otras les tocó aguantarse y mirar.
Luego las mandé ponerse a todas en el suelo de manera que sus chochos rozaran una parte del cuerpo de otra chica, para que se los restregaran y se dieran gusto. Para luego decirles que metieran su mano en el coñito de la que estuviera a su lado. Todas lo hicieron, poco a poco, hasta tener toda la mano dentro del coño de otra y luego empezaron a mover las manos. Yo me puse a cien y aunque la chica que me había metido la mano, la movía muy rápido, me supo a poco y empecé a mover mi cuerpo para que todos esos dedos salieran y entraran hasta lo más hondo de mí. Las demás hicieron lo mismo y pronto nuestros gemidos ganaron fuerza. Nuestros cuerpos estaban sudados y temblorosos de lo bien que lo estábamos pasando y nuestros chochos no pudieron aguantar más y nos corrimos como guarras, soltando todo el flujo que llevábamos dentro.
Y me desperté, me desperté sobresaltada y empapada en sudor, manchada y agitada como nunca.. lástima que solo fuera un sueño, pero ¿por qué no lo podré hacer realidad?¿no os parece?.

1 comentario:

  1. Un muy buen sueño, muy ardiente y sensual, quien no daría mucho por estar en una playa asi, pero a ti no debe ser difícil cumplirlo, después de todo, con tantos relatos y encuentros ya debes tener varias amigas a las que también les gustaría esa idea.

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