Andrea XXIII, el sexo mejor en familia.


Hoy por la mañana me levanté muy temprano para ponerme a estudiar, ya tengo los exámenes ahí, a la vuelta de la esquina.
Para terminar de despertarme y despejarme, decidí darme una buena ducha.
Así que cogí ropa limpia y me fui al baño. Estaba sola, así que no cerré la puerta, simplemente la dejé medio abierta.
Me desnudé completamente y abrí al agua, empecé a observar mi cuerpo y a imaginarme todo el gusto que llevo dado con él, lo que me provocó unos deseos inmensos de masturbarme. Comencé a acariciar primero mis labios, metiendo un dedo dentro de mi chochito. Pasé a contemplar mi clítoris, que en ese momento estaba más grande, y no pude evitar exhalar un suspiro, casi gemido, de placer cuando el chorro de agua tibia cayó directamente sobre él. En ese momento escuché la puerta de la calle y como unos pasos se dirigían hacia el baño. Era mi prima Clarisa que necesitaba usar el baño. Se sentó en el wáter y se puso a hacer pis. Yo no paraba de mirarla a través de la mampara. Me asombró cuando la vi tocándose el clítoris mientras meaba, por lo que tuve la curiosidad de preguntarle por que lo hacía. Ella me dijo que le producía mucho placer cuando hacía las dos cosas simultáneamente. Cuando terminó de explicarme, estaba yo más ardiente. Tenía unas ganas locas de sexo, así que no dudé en preguntarle si le apetecía darse un baño conmigo. Clarisa estaba muy dispuesta, así que no tardó en desnudarse y venirse para la ducha. Cogió la esponja y el gel de baño y empezó a enjabonarse sus tetas. Yo le pedí que me enjabonase la espalda, y ella aceptó. Sentí su mano en mi piel y mi espalda se erizó con la sensación. Luego fui yo la que enjabonó la suya y, con suavidad, le di la vuelta para que su delicioso chochito quedase a mi vista. En este momento mi pulso estaba muy acelerado y empecé a enjabonar su cuello sin la esponja, sólo con mis manos. Ella se dio cuenta pero no dijo nada, así que seguí acariciándola y recorrí toda su espalda Llegué a su coñito y cuando la toqué entre sus nalgas con la mano llena de espuma dio un respingo pero no se dio la vuelta, y yo de nuevo quise sentir esa calidez que tenía allí dentro. Me dí cuenta de que estaba a mi merced así que recosté mi cuerpo contra el suyo. Mis tetas y mis pezones duros se rozaban con su espalda y mis manos hacían de su cuerpo lo que querían. Me retiré sólo un poco y, sujetando sus dos manos por las muñecas, las subí arriba de su cabeza y ella me dejó hacer. Me recosté de nuevo contra ella y acerqué mi boca a la suya, recorrí sus labios con la punta de la lengua, lo que la hizo estremecer. Seguí acariciando sus tetas para ir bajando por su cintura hasta llegar a su coñito. Acaricié siguiendo su abertura hasta llegar a su entrada, introduje un dedo y lo saqué para regresar de nuevo a su clítoris. Mi prima se estremecía de placer mientras yo la sujetaba y la acariciaba. . Yo quise beber de allí y así lo hice, aspirando todo su olor de hembra en celo. Mi boca se pegó a ella y la absorbió. Mi lengua entraba y salía de su chocho, mientras ella gemía como loca. Apreté su clítoris con mis labios y lo sujeté con firmeza. Estaba a punto de correrse, sujetó mi cabeza con sus manos para atraerme más hacia su cuerpo. Dos de mis dedos entraron en acción, los metí profundamente de forma tal que quedasen con el movimiento hacia el punto interior de más placer. Mis dedos se movían, mientras mi lengua acariciaba su clítoris. El orgasmo no tardó mucho en ocurrir y, entre gemidos y un espasmo la hice correrse en mi boca. Sus jugos estaban en mi cara, su aroma a sexo en mi piel y todavía mis dedos adentro se movían para exprimir las últimas oleadas de placer que quedaban en su cuerpo.
Al abrir la puerta de la mampara las dos nos llevamos una grata sorpresa. Allí estaba mi tío que había llegado del trabajo mirándonos con su enorme polla en la mano. Parecía que estaba dispuesto a acompañarnos así que sin perder el tiempo nos señaló a las dos el camino hacía su habitación. Al llegar yo no me anduve con remilgos y comencé a desnudarlo entre besos y abrazos. Él se dejó hacer, limitándose a empujar mi albornoz por los hombros dejándome totalmente desnuda. Allí nos acariciamos hasta que surgió potente su polla. Miré hacia Clarisa. Estaba, con la mano sobre la boca en gesto de asombro. Se inclinaba sobre la cama y sus ojos contemplaban atónitos el espectáculo. Mi tío me echó sobre la cama y comenzó a acariciarme el chocho mientras besaba mis tetas. Fue bajando muy despacito, besando y lamiendo, hasta que llegó a la meta, abierta y ya humedecida. Mi prima no nos quitaba ojo. Su albornoz ya lo tenía casi abierto y apoyaba sus codos sobre las piernas. Entonces le tendí mi mano derecha que cogió febrilmente. La atraje hacia mí y se sentó en el borde de la cama, colocando su pierna izquierda flexionada sobre ella y dejando la derecha apoyada en el suelo. Así pude llegar a su muslo, que comencé a acariciar. Pero mi tío no perdía el tiempo. Abriéndome las piernas metió su cara entre ellas y comenzó a jugar con su lengua en todos los recovecos que encontraba. Yo resollaba fuertemente, produciendo un ruído que se me antojaba extraño, pues me parecía que retumbaba, hasta que me di cuenta de que hacía eco con el que producía Clarisa. Estaba ya sobre la cama, con ambas manos entre sus piernas y mirando la actividad de su padre. Se acercó a mí, se pegó a mi cuerpo y comenzó a besarme en la boca, con besos lentos, de lengua vibrante y enloquecedora. Pero al ver como su padre se acercaba se retiró. No separó su cuerpo del mío, sino que dejó de besarme y se quedó observando. Mi tío me la metió. No se entretuvo en más, pues estaba súper caliente después de todo lo que había visto en el baño y además estaba influido por el morbo de tirarse a su sobrina mientras su hija lo veía todo. Así que me la metió sin más contemplaciones. Yo sentí como su polla iba rozando las paredes de mi coño hasta llegar a su final. Me provocaba escalofríos, estremecimientos y gritos que eran coreados por Clarisa que volvía a aferrarse a mí y besarme locamente. Me corrí, no sé si por mi tío o por mi prima, pero el caso es que tuve un orgasmo sensacional.
Miré a Clarisa y vi como una mano de su padre estaba entre sus piernas. Y ella se daba cuenta, pues pude observar como su vientre se alzaba en un suave estremecimiento y ella se frotaba los pezones con ambas manos. Sentí que la cosa se estaba poniendo interesante, por lo que comencé también yo a acariciarla, sintiendo como ya gemía completamente entregada. Entre los dos la tocábamos por todas partes, rozábamos su coño, frotábamos sus pezones. Hasta que mi tío no pudo aguantar más y se le subió encima. Su polla ardiente y humedecida, estaba sobre el vientre de su hija, que sentía el caliente bulto de los huevos sobre su coño. Percibía como los muslos de mi tío oprimían los suyos palpitantes, como si domara a una yegua salvaje. Me acerqué y la acaricié, besé sus labios, pellizqué sus pezones... y poco a poco, sus piernas empezaron a abrirse, muy despacio pero se abrían, tanto, que al fin mi tío se colocó entre ellas. Entonces Clarisa sentía la polla en su vientre y los huevos sobre su culo en una caricia de insospechados placeres. Entonces intervine yo. Me acerqué, agarré su polla y tras chupársela comencé a frotarla sobre la vulva de mi primita. Lo hice despacio, haciendo movimientos rotatorios sobre su coñito, mezclando los jugos, introduciendo poco a poco aquella cabezota impresionante, que vibraba y quería escaparse del freno de mis manos. Fue entrando y cuando consideré que ya estaba encauzada, la solté. Mi tío la envainó toda. Mi prima se estremeció y quedó muda. Tenía la boca abierta, no respiraba, sus ojos estaban en blanco y tuvo un momento de quietud... luego gritó. Gritó de forma escandalosa, con gritos que chocaban en las paredes y rebotaban una y otra vez, con gritos que fueron bajando de tono hasta convertirse en un gemido, un ruego...
" ¡Sigue Papa... sigue... sigue...! ¡no la saques... sigue...! ¡otra vez...! ¡otra vez...! ¡muchas veces!"
Y su mano tendida apretaba la mía que estaba allí, junto a ella. ¡Y vaya si lo hizo otra vez! La folló varias veces, se corrió sobre ella: me volvió a follar a mí otras tantas, y luego las dos nos dedicamos a follarlo a él. Recorrimos todo su cuerpo, tocamos todos sus puntos sensibles, chupamos, meneamos, lamimos y hurgamos en todos sitios. Y mi tío se corría... hasta que cayó exhausto y roto en la cama mientras mi prima y yo nos besábamos abrazadas coño contra coño. "¡Chicas, me habéis matado! ¡Me voy a duchar! "
Y se levantó recogiendo su ropa. Al rato volvió ya vestido.
"Me voy, pues si me quedo me voy a dormir al momento y seguro que lo aprovecháis para chuparme la sangre. ¡Adiós, vampiresas! "
Cerró la puerta y nosotras nos quedamos riéndonos satisfechas por el placer experimentado.

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