Andrea XXIV, orgía en el gimnasio


Lo que os voy a contar me sucedió la semana pasada. Fui al gimnasio que queda a la vuelta de casa, como hago tres veces por semana. Voy a la mañana, por lo que habitualmente hay poca gente, no más de tres o cuatro personas, casi siempre chicos.
Ese día, después de terminada mi rutina, mi monitor Roberto me dijo que habían contratado a un chico que daba masajes y para los clientes habituales, el primero vez era gratuito.
Me pareció bien y quise probar. Fui a donde me indicó, una salita pequeña en la que había una camilla y un cambiador. Esperé unos segundos y apareció el masajista. Era un joven con un cuerpo muy atractivo, musculoso y con unas enormes manos que no desmerecían a su enorme paquete. Me indicó que fuera al cambiador, que me quitara la ropa y me pusiera una toalla. Me recosté en la camilla boca abajo cubierta solo con la toalla. Primero me pasó un aceite por el cuerpo y luego empezó a frotarme con firmeza. Comenzó por mi espalda, por los hombros y fue bajando hasta la cintura. Era realmente placentero. Al llegar a la cintura cambió y fue por los pies y las piernas. Separó mis piernas y me pasó sus manos desde los tobillos hasta los muslos por la parte interior llegando hasta a rozar mi coñito, lo que me puso la piel de gallina. Al cabo de un rato estaba toda mojada. Me hizo darme la vuelta y comenzó con una mano a acariciarme los pechos y chupar los pezones que enseguida se endurecieron, mientras la otra mano me la pasaba por el chochito y metiéndome sus enormes dedos adentro lo que hizo que me llenara de jugos. Sin decir palabra tomó una de mis manos y la deslizó adentro de su pantalón hasta que encontré su polla. No lo vi, solo lo tenía en mi mano, pero me resultó gigante. Sin dejar de jugar con sus dedos dentro de mi coñito dirigió mi mano, que tenía agarrada su polla, hacia fuera del pantalón y pude comprobar que era tremenda, enorme, muy gruesa y muy larga y que ya estaba erguida. Hizo que la llevara a la boca y comencé a chuparla. Mientras subía y bajaba mi mano por su tronco haciendo que saliera afuera su cabeza, así como estaba acostada, de costado y bastante incómoda me las arreglaba para pasar mi lengua desde los huevos hasta la punta, era realmente muy sabrosa.
Cuando los dos estuvimos a punto, me abrió las piernas con fuerza y me la fue metiendo, poco a poco hasta que estuvo toda adentro, entonces levantó mis piernas de modo que quedaron apoyadas en mi hombro. Era terrible la sensación de sentirla hasta la garganta. Como me tenía agarrada por los hombros para darse impulso, cuando bombeaba yo tenía la impresión que me iba a salir por la boca. Era tremendo lo que gozaba y comencé primero a jadear pero luego a pegar alaridos de placer. Entonces me tapó la boca con la toalla para amortiguar el escándalo. Acabé enseguida, tuve un orgasmo tremendo, me di cuenta por los jugos que bañaban alrededor de mi coño, pero él estaba todavía en lo mejor y seguía bombeando, como si me estuviera cabalgando. Yo sentía su jadeo y su aliento al costado de mi cara y cada tanto besaba mi cuello y mis pechos. Tuve mi segundo orgasmo y él seguía. Cuando se dio cuenta por mis gritos, paró, la dejó adentro un rato hasta que yo terminé. Entonces me levantó como si fuera una pluma y me dio vuelta para que quedara igual pero boca abajo. Yo estaba en el mejor de los mundos y no me di cuenta que se había sacado su camiseta y me había atado las muñecas por la espalda. En realidad me percaté, pero no podía pensar en nada y mucho menos hacer algo. Tampoco había observado que por los gritos se habían acercado el profesor, Alex y José, que eran los que se encontraban en el gimnasio y estaban parados a mi lado con sus enormes vergas balanceándose tentadoras entre sus piernas. Una vez que me ató, comenzó a pasarme la lengua por mi culito y a meter uno a uno sus dedos por el agujerito. . Giré la cabeza y los vi atrás mío, eran tres además del masajista, todos sudados y excitados, les veía sus caras llenas de lujuria y las manos en sus miembros pajeándose. Por fin el masajista se decidió, se escupió en la mano y se pasó la saliva por la punta de su polla. Le brillaba, una cosa enorme, y brillante. Esta vez no tuvo cuidados, me pegó una fuerte palmada y me la metió, de golpe. Yo pegué un grito tremendo. La sacó y la volvió a meter por lo menos tres veces más, a la tercera yo, me había acostumbrado. Me volvió a cabalgar sujetado de mis hombros por un buen rato hasta que acabó echando toneladas de leche y se relajó sobre mi espalda. Creí que me moría, "que orgasmo!". Cuando la sacó, desató mis manos y se paró al costado de mi cara. Volvió a tomar mi mano para que se la agarrara y me dijo: “pásale la lengua hasta que quede bien limpita”.
Cuando terminé ya tenía a mi profesor y a otro manoseándome, mientras que otro de ellos no dejaba de lamerme la vagina. Este finalmente se puso de pie. Estaban todos casi pegados a mi cuerpo, tocándome. Sentía manos por todo mi cuerpo, "¿Te animas a chuparnos la polla a los tres?" Me dijo uno de ellos sonriéndome. Me hablaba como si hubiésemos quedado para algo así desde hace tiempo.
Me metí la de Roberto, casi toda y se la chupé. José cogió mi mano que estaba sin usar. Y me hizo tomar la suya. Lo comencé a pajear. Finalmente tomé dos pollas con mis manos y comencé a cascarlas . Escuchaba que hablaban entro ellos. Fueron turnándose para que se la chupará y les fuera pajeando a todos, me sentía la más puta, la más sucia y a su vez me gustaba sentirme así.
Alex aprovechó para colocarme en la posición de perrito, mientras yo seguía sin sacarme el pollón palpitante de Roberto de la boca y sin soltar la otra polla que tenía en mi mano.
Al instante, sentí una lengua áspera pasearse por mis ingles, mordía suavemente mi entrepierna, alternando su lamida entre mis labios vaginales y mi clítoris, a lo que yo respondía con humedad, apretando más fuerte y acelerando la masturbación y mamando con más rapidez e intensidad. Estaba, sintiéndome la perra más grande del mundo y deseaba ser perforada hasta desfallecer. Y mi deseo no tardó en ser cumplido. El chico abandonó el delicioso oral que me estaba dando, mi coño estaba inundado de flujos e increíblemente lubricada por lo cual no le fue difícil incrustarme casi 20cm de polla de un solo empujón, mi grito bien pudiera haberse oído a kilómetros de no ser porque tenía la boca ocupadísima con otros 23cm de carne. Sentía como me penetraba hasta el fondo empujándome hacia delante, haciendo que sus enormes huevos chocasen con los costados internos de mis piernas y mi pubis, Roberto empujaba más su duro cañón contra mi boca y sus pelotas también chocaban en mi barbilla, al punto de quedar traspasada casi a totalidad. José había quedado abandonado a un lado, ya que ante la fuerza de las embestidas había tenido que utilizar ambos brazos para apoyarme, y se hacía una paja viendo como yo era ensartada por otros dos chicos.
Sin sacarme la polla de mi coño, Alex me dio la vuelta, cargándome y sentándose en el suelo me colocó sobre él y pudé sentir como se penetraba más profundamente. Roberto y José se pararon frente a mí, y casi sin aliento tomé una polla en cada mano nuevamente, alternando caricias, paseando mi lengua por los huevos, por todo el tronco de cada uno, llenándome de su sabor, sus rabos estaban completamente ensalivados por mí, se veían brillantes, más tentadores. Alex me penetraba tan profundo que le sentía hasta en el estómago. Me tenía tomada por las caderas y me levantaba casi completamente para dejarme caer nuevamente en su tranca. Mi chochito se deslizaba suavemente en su poste y yo completamente estaba fuera de mí, gritando y pidiendo más.
"Ya oyeron", dijo Roberto "hay que darle más", dicho esto se acostó en el suelo dejando su polla apuntando al techo. Me levanté de la polla de Alex y me senté en la de Roberto, bajando despacio, saboreando con mi coñito cada milímetro de delicioso rabo hasta tenerlo todo en mi interior, comencé a moverme lentamente en su descomunal polla. Ahora Alex se puso frente a mí y sin mediar palabra comencé a mamarle la polla impregnada de mis propios fluidos.
Entonces llegó el momento de la verdadera acción: José me levantó el trasero y apuntando bien, dejó ir toda su polla a mi culo, una oleada de placer recorrió mi cuerpo, al notar la sensación que me producían las dos pollas que me poseían.
Me encantaba sentirme empalada, gozando como la puta más grande de la tierra. Disfrutaba al estar rodeada de penes descomunales, mamando hasta que me doliera la boca, uno tras otro, y finalmente ser bañada con grandes cantidades de leche de muchos machos.
Sentía mi culo caliente, podía sentir como la polla de José chocaba con la de Roberto en mi interior, casi no podía respirar, tragaba saliva mezclada con semen de Alex, las embestidas arrítmicas de los dos que me follaban me zarandeaban de un lado a otro y Alex ahora me golpeaba la cara con su rabo diciéndome lo puta que era, hasta que un enorme chorro de leche hirviendo salió disparada desde la punta de su polla llenándome toda la cara. Se la cogí con una mano y la volví a introducir en mi boca aprovechando un par de chorros más que fueron directos a mi garganta, los saboreé entre mis labios y con mi lengua antes de tragarlos completos. Era lo más delicioso que había probado. Al mismo tiempo sentí como una gran inundación me llenaba por dentro. Al verme tragar el semen, Roberto y José, habían alcanzado tal grado de excitación que se corrieron en mi, descargando lo que yo sentí como litros y litros de espesa leche caliente.
A lo mejor ni loca lo hubiera hecho con alguno de ellos, y menos con José que era bastante viejo y tenía un polla que parecía una pierna mas, pero en esa situación, dominada y a merced de esos hombres, me habían parecido maravillosos.
Esta semana no iré al gimnasio, me duele todo el cuerpo, pero la semana que viene no descarto volver a seguir poniéndome en forma.

1 comentario:

  1. Quien fuera socio de ese gimnasio jejeje. Este fue uno de los relatos que mas me han excitado de cuantos he leido, imaginarte retorciendote sudorosa entre tanto tio, la verdad es que es muy excitante. Lo dicho, quien pudiera estar allí...

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