Andrea L, me encanta mi familia.

La semana pasada en medio de la noche me despertó un ruido como de algo que en la planta de abajo se caía al suelo, así que me levanté y bajé a ver qué pasaba. Era un gato callejero que rebuscaba en la basura. No le di más importancia y me disponía a regresar a mi cama cuando advertí que la puerta del sótano estaba entreabierta, así que me dirigí a cerrarla, pues mi tío se enfadaba mucho si la encontraba así. Al acercarme observé que abajo había una luz encendida y de que se oían unos jadeos humanos. El miedo me invadió y pensé en ir a avisar a mis tíos a su dormitorio. Sin embargo, una extraña curiosidad infantil me empujó a averiguar cuál era la causa de aquellos jadeos, en ocasiones gemidos como de súplica. Bajé sigilosamente unos peldaños, hasta el primer rellano, desde donde oculta en la oscuridad descubrí lo que pasaba: allí estaban mis tíos, desnudos los dos. Mi tía arrodillada tenía dentro de su boca la polla de mi tío, que no paraba de resoplar, gemir y lanzarle entre susurros insultos, le decía:…."¡¡así, así… puta viciosa, trágatela toda…!!" Mi tía lejos de enfadarse por aquellos insultos parecía excitarse más, pues chupaba con un frenesí enloquecido. De pronto la respiración de mi tío se aceleró, su cuerpo pareció convulsionarse, bruscamente le sacó la polla de la boca y empezó a soltar enormes chorros de semen que salpicaron su cara (he de decir que en toda mi vida no he visto una polla capaz de soltar tanto semen como la de mi tío, y os puedo garantizar que he chupado unas cuantas).Bien, a lo que iba. Ella, mi tía, abrió la boca con ansiedad tratando de tragar toda aquella catarata de leche, al tiempo que exclamaba fuera de sí: "¡oh sí… macho mío,…la quiero toda en la boca… dásela a tu zorra hambrienta…!" Luego prosiguieron otra media hora más con jueguecitos de lo más depravado, poniendo el colofón mi tío con una monumental meada de caballo sobre mi tía, que parecía disfrutar enormemente, y por si fuera poco el pis que le había hecho tragar, no contento se tomó la libertad de llenar un vaso con los últimos chorros, ordenándole a continuación bebérselo de un trago, algo a lo que mi tía no manifestó oposición alguna, sólo que en vez de un trago lo hizo en dos.
Así descubrí que mi tía era una esclava sumisa siempre dispuesta a complacer a su dueño en cualquier deseo por depravado y sucio que éste fuera; porque en el fondo eso a ella le producía el mismo placer, si no más, que a él. No en vano, como pude saber después, fue ella quien inicio a mi tío en ese mundo oscuro y placentero, convirtiéndole en dominador porque eso era lo que a ella le sublimaba la líbido y el deseo.
Tras ver esta escena me sentía turbada y confusa, pero a la vez excitada. Un cosquilleo incesante y húmedo no dejaba de palpitar entre mis piernas. Obligándome a introducir mi mano ansiosa dentro de mis bragas por darle remedio a aquel raro estado. Con lo cual acabé casi de forma inconsciente en las delicias de la masturbación.
Desde ese momento para mí se convirtió en una obsesión el espiar a mis tíos en esas secretas actividades, pues su comportamiento hacía que pareciesen otras personas totalmente diferentes a las que eran en la vida normal. Por las noches me mantenía en alerta, y si oía sus pasos, sigilosamente los seguía, pues sabía que se dirigían al sótano a practicar sus perversiones sexuales, que como fui comprobando no eran pocas: dominación, lluvia dorada, beso negro….Yo mientras, me conformaba con deshacerme mi hermoso coñito a pajas.
Durante unos días mantuve en secreto todo aquello, sin decirles nada a mis dos primas, Clarisa y Verónica.
Sin embargo no podía aguantar más las ganas de contarles los juegos de sus padres, así que la primera en saberlo fue Clarisa, con la que compartía desde hace una semana habitación, mientras arreglaban la suya, y que no había descubierto ni una sola de mis escapadas nocturnas, hay que decir que duerme como un tronco.
Todo ocurrió una noche en que de vuelta de una de mis misiones de espionaje, y como ya era habitual, me estaba masturbando como una desesperada, rememorando lo que había visto; recuerdo que aquella noche mi tía tras ser follada por la gran polla de mi tío, tuvo que chupársela a uno de sus amigos al que habían invitado a cenar, mientras mi tío le daba a ella por el culo furiosamente, arreándole violentos azotes en las nalgas a la vez que le decía: "¡¡así perra, chupa chupa… dale gusto a nuestra visita!!". Desde mi escondite, podía ver de frente la cara de mi tía, engullendo con ganas aquella polla, gemía y gritaba de placer, agitada por los brutales empellones que mi tío propinaba a su culo. El amigo estaba inmóvil, con los ojos fijos y vacíos. De pronto empezó a mover su culo como si se la estuviese tirándo. De las comisuras de la boca de mi tía comenzaron a brotar hilillos de semen. Ella, lejos de retirarse para escupirlo, pareció entrar en un estado de trance frenético, pues chupaba como si no quisiese dejar escapar ni una gota. El amigo, una vez aliviado, trató de escapar, pero mi tía se lo impidió sujetándole con fuerza y afianzando con desespero aquella polla entre sus labios, sin dejar de chupar hasta que mi tío, agarrándola por el pelo y tirando con brusquedad de ella hacía atrás, la requirió para correrse él también en su boca. "Ahora me toca a mí… perra… trágate mi leche con esa boca de puta”, le gritó.
Bien, retomando el hilo, mi prima Clarisa se alarmó al oír mis jadeos de placer, pensando que me pasaba algo.
-¿Qué te pasa Paola, te encuentras mal? –preguntó asustada.
-No me pasa nada- gruñí yo enojada porque me había interrumpido en lo mejor.
-¿Te estabas haciendo un dedo so zorra?
-¿Tu qué crees? Me lo estaba pasando genial. Me estaba dando un gustito hasta que me interrumpiste.
-"¿Gustito?, ¿y tu sola no?”
Retiré la ropa de la cama para mostrárselo en vivo. Abrió los ojos como platos al ver que tenía las braguitas bajadas.
Y empecé a meterme los deditos, descubriendo que aquello me resultaba más placentero si me estaban mirando.
-"¡Eres una cerda Paola!", me dijo mientras no quitaba los ojos de mis ejercicios manuales.
-"¿Por qué en vez de mirar no me acompañas?" le respondí.
Se metió en mi cama, le ordené quitarse el pantalón del pijama y las braguitas.
Empezó con movimientos torpes, así que cogí su mano y la guié, acariciándola hasta llevarla al orgasmo. Mientras se tocaba fue cuando decidí contarle lo de sus padres. Ella paso sucesivamente del espanto a la incredulidad y de esta a excitarse tanto, que ambas acabamos en su cama tocándonos, besándonos y masturbándonos una a la otra.
Me suplicó que en mi próxima escapada a espiar a sus padres la llevase a ella. Pues como ella dormía profundamente no se enteraba ni aunque tirasen la casa.
-"Acepto con una condición."
-"¿Cuál?-preguntó".
-"Que ahora en vez de con la mano me dejes follarte con la boca."
-"¡Vale, vale!", dijo mientras abría las piernas para ofrecerme en todo su esplendor aquella raja preciosa, pues ,aunque tal vez sea pasión familiar, Clarisa tiene uno de los chochos más bonitos y perfectos que he visto y saboreado. La sola visión de aquellos labios carnosos y apretados, su pubis depiladito, me empujaron con más voracidad que destreza a chupar y lamer. Sentí aquel olor fuerte y excitante de los jugos que tras nuestra pajita anterior lo impregnaban, su sabor indescriptible me enloqueció hasta el punto de instintivamente llevarme una mano a mi propia rajita para darme placer. Ella se retorcía como una serpiente, jadeante y entregada. Al cabo de unos minutos se corrió, llenándome la boca con sus flujos que yo super excitada tragué.
Nos abrazamos y besamos con ternura durante largo rato, luego ella con voz mimosa me susurró al oído:
"-Ahora quiero hacértelo yo a ti", así con una gran pasión me empezó a lamer el coño mientras uno de sus dedos se deslizaba hacia mi culo, haciendo que entrará en un profundo éxtasis que terminó con la boca de mi primita llena de mis jugos.
Un par de días después sus padres se decidieron a una de de sus clandestinas sesiones de sexo. Clarisa dormía como un tronco, agotada después de la ya cotidiana sesión de "guarraditas" que nos habíamos propinado.
La desperté y le dije que me siguiera en silencio y que viese lo que viese, no abriese la boca, para evitar que nos descubriesen y les cortásemos el rollo. Con toda clase de precauciones bajamos la escalera, cerciorándonos de que mis tíos estaban ya entretenidos en sus diversiones preferidas allí abajo en el sótano. Sin embargo ese día, por alguna extraña razón ambos estaban en la cocina charlando en voz baja.
-"Llama ya"- oí que decía mi tía.
De pronto mi tío salió, nosotros nos quedamos petrificadas pues de puro milagro no nos vio allí agazapadas en medio de la oscuridad en el rellano de la escalera. Descolgó el teléfono y realizó una llamada de la que no pudimos entender nada ya que hablaba casi en susurros. Colgó y regresó a la cocina.
Nosotras en vista de que aquella noche no iba a suceder nada regresamos a nuestra habitación. Nos metimos en la cama, yo no podía dormir, estaba contrariada por aquel fracaso y no lograba conciliar el sueño. Clarisa tampoco pues me susurró:
-"¡Eh! ¿Duermes?"
-"No, no puedo".
-"Yo tampoco. ¿Sabes una cosa?".
-"¿Qué?"
-"Me encanta chuparte el coño".
-"A mí también me encanta chuparte el tuyo zorra".
-"¿Quieres que te lo haga otra vez?".
-"Es que acabó de hacer pis".
-"No me importa, así también me gusta".
-"En ese caso ven y chúpamelo, ¡cochina!"
¡Joder! si le gustaba a la putita ¡cómo se aplicaba con la lengua en cada recoveco y pliegue de mi chorreante rajita! Y eso que no había podido ver a sus padres en acción, fue tan concienzuda la limpieza de bajos que me hizo que al día siguiente tenía los labios un poco hinchados a causa de sus mordisquitos y chupetones. Pero el gustazo que me dio me será difícil de olvidar, tanto es así que al recordarlo me mojo toda.

1 comentario:

  1. ahora entiendo todo. el fuego que llevas en la sangre es de familia, eso explica muchos de tus gustos, debo decir que lo que me gusto de este relato fue tu "desquite" de tu misión fallida con tu prima. pero lo que más me gusto es que te mojaras con solo recordarlo, siempre eh envidiado a tus primas por dejarte tan caliente y tan mojada, que delicia y que placer hacerte eso. dejarte empapada, con ese calor tan sabroso en la parte más intima de tu cuerpo y gozar tanto de él como de lo que provoca.

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