Andrea XLVII, la mirona del parque.

Era de noche y hacía un poco de frío, pero no me importaba porque él me agarraba por la cintura y me atraía contra su cuerpo.
Su boca pegada a la mía era de lo más sensual que había probado, notaba como su cuerpo iba entrando en calor poco a poco y eso provocaba que mi temperatura también se elevara, sobre todo en mi chocho.
Desde que habíamos salido del bar, Pablo me había comido con la mirada, deseoso de lanzarse, de probar mi boca y recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Y yo también lo quería, necesitaba sus manos por mi cuerpo, su boca y su lengua jugando por mi piel y su polla clavándose muy hondo. Ese chico me pone a mil.
Cuando llegamos a una esquina de la calle, me había empujado contra la pared y me había metido la lengua en toda la boca, sin que yo pudiese reaccionar. Así es él, impulsivo, y me encanta.
Cada vez me apretaba más fuerte contra su cuerpo y comencé a notar su tremendo bulto entre las piernas, el cual él rozaba cada vez más, contra mí.
Su boca seguía trabajando la mía, con besos muy ardientes, que hicieron que mi cuerpo temblara de deseo, de excitación, y que mi coño empezara a mojarse, preparándose para lo que vendría luego.
Me subió, hizo que le rodeara la cintura con mis piernas y me apretó más contra la pared, para luego ir subiendo con sus manos por mi vientre y espalda, hasta llegar a las tetas.
Sus dedos localizaron mis pezones y los empezaron a acariciar por encima del sujetador.
Eché la cabeza hacia atrás y solté un pequeño gemido de placer.
Pablo se excitó muchísimo al oírme y me desabrochó el sujetador, para seguidamente bajar su boca hasta mis tetas y chupar de ellas, mientras yo le acariciaba la cabeza y se la empujaba para que succionara más y más fuerte mis pezones.
Al levantar la cabeza vi a una chica que nos estaba mirando desde un banco del parque. Ella tenía la mirada excitada y la mano muy cerca de su coño. Fijé mi vista en ella y nuestras miradas chocaron.
Le puse cara de puta, para darle a entender que me gustaba lo que estaba haciendo y que quería que continuara mirando.
Ella lo captó al momento y desabrochando su pantalón, fue metiendo su mano bien al fondo, abriendo las piernas para facilitar la maniobra de sus dedos.
Mientras Pablo seguía chupando y su bulto ya no podía crecer más de lo que estaba. Tenía unas ganas tremendas de perforarme con aquel gran instrumento; me bajó y con manos temblorosas me desabrochó el pantalón y metió su mano para tocarme en el clítoris. Cuando lo hizo me estremecí, ya no sentía frío, estaba ardiendo y mi chochito estaba dispuesto a dar la bienvenida a su gran polla.
Mientras me besaba, su mano se movía frenéticamente entre mis piernas, haciéndome gemir, y que mi corazón y mi respiración se aceleraran.
Cerca de donde estábamos, había un pequeño jardín con un poco de hierba. No sé muy bien cómo llegamos hasta allí, creo que me aupó y luego me fue dejando apoyada en el suelo, mientras que nuestras bocas se devoraban y su polla y mi chocho latían de excitación. El caso es que al poco rato
Me encontraba estirada en la hierba y cuando me quise dar cuenta, casi me había desnudado; por completo. Me había quitado el jersey y subido el top, dejando mis tetas al aire. Y de cintura para abajo no tenía nada.
Fue tanta la excitación y el deseo que solo me había centrado en el roce de su cuerpo contra el mío, no me da cuenta de lo exhibida que estaba.
Ninguno de los dos podía seguir aguantando, mi chocho reclamaba a su polla y él lo sabía. Así que sacó su tremenda herramienta de los pantalones y su bóxer y puso la puntita en mi entrada. Comenzó a moverse en círculos lentamente, pero yo no podía esperar y empujé mi cuerpo hacia él, metiendo parte de su polla en el coño.
Sentí lo dura y gorda que la tenía y él sintió lo caliente y mojada que yo estaba por él. Y me la metió entera de golpe, hasta el fondo.
El roce me ponía como una loba, gimiendo y queriéndola más adentro de mí. Quería más y más fuerte. Sus embestidas cada vez eran más rápidas e intensas, haciéndome arquear la espalda, echar la cabeza hacia atrás y gemir como una loca.
Le arañé, sentí tanto placer que le arañé en una mano. Le gustó, se bajó para que mis manos llegaran a su espalda y me susurró:
"Ahora márcame, hazlo en la espalda, me pone a tope."
Y lo hice, lo arañé en la espalda, sutilmente, sin hacerle sangre. Y en ese instante él embistió más fuerte, hasta el fondo. Yo tenía el coño bien apretado para él, para que sintiera mucho mientras su polla rozaba por todo mi chocho.
La chica seguía mirando, se había cambiado de banco y con los pantalones totalmente bajados. Abrió las piernas y su chochito para mi, se metió dedos muy adentro y los movía muy rápido, mientras nos miraba.
Me giré, haciendo que Pablo se estirara en el suelo y me puse encima de él con las piernas abiertas. Fui bajando y metiendo la polla dentro de mi agujero y luego comencé a follarlo como una puta, bien duro, bien fuerte, rápido. Él gemía, me tocaba las tetas y cuando no pudo soportar la lejanía, se sentó y abrazándome fuerte contra su pecho, me besó, me lamió y me mordisqueó por los labios y por el cuello.
Cuando jugaba con mi cuello, miré a la chica que se había corrido, se llevó la mano a la boca y chupó locamente sus dedos, hasta dejarlos bien limpios.
Pablo giró y me puso en el suelo, me abrió bien las piernas y empujó su polla muy adentro haciéndome correr de gusto a la vez que él me soltaba un gran chorro con su magnífica polla.
Fue increíble, y sentir como después de terminar Pablo seguía temblando me llenó de orgullo; realmente debía de ser muy buena follando.
Antes de que me volviera a poner la ropa, él cogió y me chupó todo el coñito hasta dejarlo bien limpio e hizo que se me erizara la piel. Luego nos vestimos y me acompañó hasta casa, cogiéndome de la cintura para que no tuviese frío.
Quien más participe con comentarios o mensajes en el Blog durante esta semana hasta el 7 de Octubre, tendrá una noche de sexo por Internet conmigo, y quien sabe, si algo más.

Andrea XLVI, disfrutando los fuegos...

El martes fueron los fuegos de la fiesta de la ciudad, así que me arreglé para disfrutar de la noche. No había quedado con nadie, iba a ir sola, pero esperaba ver a alguien conocido viendo los fuegos artificiales. Había bastante gente, teniendo en cuenta que era un martes y el tiempo acompañaba, no hacía frío y el cielo se veía bastante despejado, perfecto para ver el espectáculo.
Me puse al lado de un grupo de chicos y chicas que rondaban mi edad y busqué alrededor con la mirada, pero no vi a ninguno de mis amigos ni amigas.
En el grupo había un chico que me llamó mucho la atención, era guapísimo y se notaba que estaba musculado, incluso por encima de la ropa. Solo de imaginarme como sería su cuerpo, empecé a mojarme.
Estaba con una chica, estaban besándose y eso hizo preguntarme como sería sentir sus labios, como besaría, que se sentiría siendo tocada por sus manos, abrazada por sus brazos, como me sentiría con su cuerpo totalmente pegado al mío.
Y entonces me miró, y un calor repentino se extendió por todo mi cuerpo, sus ojos se clavaron en los míos y noté como mi corazón se aceleraba. Aparté la mirada, pero al mismo tiempo deseaba mirarlo y que él siguiera mirándome.
No me atreví a girarme para averiguarlo hasta pasados unos quince minutos y cuando miré, él ya no estaba, se había ido, pero el grupo con el que estaba seguía allí, y también la chica con la que se estaba besando, así que descarté que se hubiera ido con ella a echar un polvo.
Me estaba aburriendo y no tenía ningún sentido seguir allí mirando los fuegos artificiales, a los cuales no les había prestado ni la más mínima atención.
Iba caminando, alejándome de la multitud, la calle estaba desierta, toda la gente estaba mirando el espectáculo y me sentí bien por ello, estaba bien caminar sola.
Entonces lo vi, caminando en la otra punta de la calle y mi corazón se volvió a acelerar. Necesitaba verlo de cerca otra vez, necesitaba sentir su mirada de nuevo; así que caminé más rápido.
Giró en la esquina de la calle y yo aceleré más el paso para no perderlo de vista, llegué a la esquina, giré y ¡allí estaba él!
"¿Qué haces siguiéndome?"
No sabía que contestar, así que simplemente me quedé perdida en su cuerpo, sus ojos.
"¿Te gusta lo que ves?"
Le respondí que como no iba a gustarme, tenía un cuerpazo y era muy guapo.
"Pensé que habías tenido suficiente con lo que miraste antes"
Iba a irme, iba a dar media vuelta e irme a casa, pero él me agarró del brazo, me atrajo hacia él y me besó. Me estaba comiendo la boca y yo sentí que un calor recorría todo mi cuerpo y mi chocho ardía y se mojaba por completo.
Sus manos estaban por todas partes, sentía su cuerpo por toda mi piel. Comenzó a besarme por el cuello y a darme pequeños mordiscos, mientras que sus manos se deslizaban por debajo de mi cazadora y mi top. Las pasaba por toda mi espalda, por mis caderas, por mi cintura, por mi vientre y finalmente me manoseó las tetas.
Me empujó contra la pared de un edificio y bajó suavemente sus manos hacia mi culo, mientras apretaba su cuerpo contra el mío. Noté el gran bulto de su entrepierna contra mi coño. Él hacía que cada roce fuera más intenso y que cada vez me meara más; estaba totalmente abierta para él, podría metérmela en aquel momento, sin ningún problema.
Me dijo al oído "¿Quieres más?"
"Por supuesto, lo quiero todo de ti, quiero todo lo que me quieras dar."
"Igual te doy más de lo que puedes aguantar" me contestó.
Y yo le dije que eso habría que verlo.
Dicho esto, su mano fue metiéndose por debajo de mi falda y fue directamente a mi chocho, lo acarició por encima de mi tanga, para luego echarlo a un lado y tocar toda mi raja de arriba a abajo, mientras empezaba a jugar con mi clítoris.
"Eso es nena, dame todo tu flujo."
Las cosas que me decía, me ponían a mil, quería más de él, quería sentirlo todo.
Como si me hubiera leído el pensamiento se bajó y metió su cabeza entre mis piernas. Levantando mi falda hasta la cintura y apartando el tanga hacia un lado, comenzó a jugar con su lengua por mi coño, haciéndome gemir como una auténtica puta, en medio de la calle.
El simple hecho de que alguien nos pudiera ver, solo me ponía más caliente.
Cuando estaba a punto de correrme en su boca le dije que ahora me tocaba a mí jugar. Él accedió. Fui besándole por el cuello y lamiéndolo mientras con mis manos recorría todo su torso. Ese tremendo torso, todo musculado, me ponía muy loba, tenía ganas de comérmelo entero. Le subí la camiseta y fui pasando con mi lengua por toda su piel, hasta llegar a sus pezones. Los chupé, los mordisqueé y sujetándolos con los dientes los estiré hasta que lo oí gemir de placer.
Seguí jugando con mis labios, lengua y manos hasta llegar al pantalón. Se lo desabroché y directamente le saqué la polla fuera de su bóxer. Jugué con su punta haciéndolo enloquecer, para luego metérmela entera y de golpe hasta el fondo de mi boca, hasta la garganta.
Estuve a punto de hacer que se corriera, pero él hizo que parara, me puso de espaldas a la pared, me cogió por las nalgas, metiéndome de un solo embiste, la polla hasta el fondo de mí empapado coño.
Me empujaba con fuerza, haciendo que cada embiste fuera más excitante que el anterior. Su tremenda polla rozando contra las paredes de mi chocho hacía que mi temperatura se elevara, y mi respiración y mi corazón se aceleraran.
Me folló como a una puta, una auténtica zorra, con tanta dureza que me sorprendía que alguien pudiera tener tanta fuerza.
Seguimos así durante un rato, gimiendo, sudando, volviéndonos locos, perdiendo el control, hasta que nos corrimos juntos, mientras nuestros cuerpos temblaban de placer.
Me bajó poco a poco y me susurró "¿Quieres que te acompañe a casa?"
"Claro"
Y me acompañó, pero lo que sucedió luego, eso, es otra historia.

Andrea XLV, sexo con un Ciberdesconocido.

Uno de las fantasías que tenía, por fin se hizo realidad este sábado. Ésta consistía en follar con alguien a quien nunca antes había visto. Algo parecido a conocer a alguien en un bar, en una cafetería, en el metro o caminando por la calle y sin demasiadas explicaciones acabar follando salvajemente. Sin más. Y a continuación, al acabar, cada uno por su lado.
En este caso había conocido a Fran por Internet.
Hablábamos mucho por el Messenger , así fueron pasando los días y cada vez teníamos mas ganas de conocernos. Empezamos mandándonos fotos de nosotros, en un principio vestidos, pero poco a poco, las fotos iban subiendo de tono, y nos pedíamos uno a otro, de qué forma o en que postura nos gustaban las fotos, cada vez nos gustaba más ese juego.
Había feeling. Había química. Había conexión. Y le conté mi fantasía. Era la persona. Quería follar con él. Él era el hombre perfecto para poder cumplir con el sueño de follar con un desconocido. Me atraía su físico, su forma de pensar, su manera de hablar. Aceptó el reto y esto es lo que pasó.
El vivía en una ciudad cercana a la mía y donde yo me desplazaba porque había mucha movida los findes.
Hacía calor. Mucho calor. Cuando llegué a la habitación del hotel, que había reservado días antes, puse el aire acondicionado al máximo para refrescar el ambiente. Lo preparé todo con cuidado. Un buen Rioja y dos copas. Incienso. Algunas velas, aún sin encender. Me duché, recogí la habitación y dejé todo ordenado para que Fran encontrara un clima acogedor que lo cautivara cuando le abriera la puerta.
Cuando lo tuve todo listo le mandé un mensaje al móvil: “Jovencito, te estoy esperando!!”. Era la señal que él tenía que recibir para venir a mi encuentro, para vernos por primera vez, para follar con alguien a quien nunca antes habíamos visto cara a cara. Supongo que los dos estábamos algo nerviosos. La idea me encantaba y a él le pareció genial cuando se la conté. Y, aunque habíamos hablado varias veces por Messenger y por teléfono y nos habíamos enviado mensajitos y también muchos e-mails, no era lo mismo. Al fin y al cabo, nunca antes nos habíamos visto las caras en vivo. No sabíamos cómo eran nuestras sonrisas, nuestras miradas, nuestra imagen en movimiento. Todos sabemos que muchísima gente cambia la imagen real respecto a la que ofrece en una fotografía. Pero me atraía. Y yo a él.
Y llegó el momento. Encendí las velas y el incienso. Respiré profundo y casi, casi me santigüé. Sí, ya sé. Estaba a punto de follar con alguien a quien no conocía y le pedía ayuda a Dios. Bueno, a Dios o a quien sea. Sólo deseaba que todo saliera bien.
Fran había recibido mis instrucciones. Él sabía perfectamente lo que quería hacer en todo momento. Y yo sabía que era muy, muy disciplinado. Y que lo íbamos a pasar muy, muy bien.
A los pocos minutos alguien picó a la puerta. La habitación ya estaba en penumbra. Las velas daban algo de claridad. Y el olor del incienso se mezclaba con el de mi perfume. Era mi favorito. Y como gustaba a todo el mundo, sabía que a Fran también le gustaría.
Abrí la puerta. Fran entró en la habitación. Nos abrazamos. Imagino que seguíamos estando algo nerviosos. Después de aquel abrazo, nos besamos. El momento era mágico. Excitante. Emocionante. Después de besarnos con una pasión increíble para tratarse de dos personas que jamás antes han estado juntos, cerramos la puerta de la habitación y sin despegar nuestros labios, sin separar nuestros cuerpos, nos dirigimos a la cama. Sin mediar palabra.
Fran estaba realmente guapo. Mucho más de lo que me imaginaba. Su sonrisa me encantaba y su mirada me cautivaba. LLevaba una camiseta ajustada y unos vaqueros muy ceñidos que le marcaban a tope su enorme paquete. Yo llevaba un vestido que marcaba las formas de mi cuerpo.
Nos tumbamos en la cama. Seguíamos besándonos. Seguíamos abrazados. Rozábamos el uno el cuerpo del otro con nuestras manos, con nuestros dedos. La respiración se agitaba. Nos gustábamos y eso se notaba en nuestra forma de proceder. El momento se agitaba. Se hacía cada vez más salvaje. En el ambiente se respiraba pasión, emoción. Puro sexo. Los dos queríamos más.
Mientras seguíamos besándonos, yo estaba tumbada en la cama debajo de él. Fran estaba sobre mí. Con sus manos rozaba todo mi cuerpo. Mi cabeza, mi espalda, mis piernas y el culito que desde hacía algunos días deseaba que me lo tocase y que después de jugar un poco terminase penetrándomelo. Yo le hablaba de mi culo en algunos mensajes y creo que él ya soñaba con el.
Empezaba a notar que su polla estaba cada vez más dura, a punto de estallar, rozaba su cuerpo contra el mío. Y me empezaba a masturbar con su polla erecta. Siempre por encima de la ropa. Pero se excitaba más y más y su respiración y sus dulces gemidos me estaban dejando cada vez más loca.
Entonces me subió el vestido y pudo comprobar cómo estaba siguiendo una a una todas las instrucciones. Había venido sin bragas. Puse sus manos sobre mi culo ahora ya descubierto y yo le apretaba contra mi cuerpo para notar aún más su polla deseosa de entrar dentro de mi.
Al mismo tiempo, él se estaba volviendo loco cuando rozaba su piel con la yema de mis dedos. Muy suavemente. Con cariño. Estábamos pegando un polvo dos personas que nunca antes se habían visto cara a cara pero que tenían una química especial. Parecía haber conexión sexual.
Nuestra respiración se hacía cada vez más agitada, más rápida. El momento era especial para los dos. Parecía que se nos acababa el tiempo y queríamos aprovechar cada segundo, cada minuto, cada hora, toda la noche.
Me moría porque me follara, porque me metiera su polla dura y a punto de reventar y que me llenase de leche en mi cada vez más mojado y excitado coño. Pero no podía ser. No tan pronto. Primero quería saborearla. Chupar su polla. Sentir en mi boquita y en mi lengua el sabor de sus jugos.
Entonces abrazándolo lo aparté de mí, lo coloqué sobre la cama y me puse sobre él. Sin dejar de besarnos, de tocarnos, de rozar nuestros cuerpos. Estábamos pegados y no queríamos separarnos. Siempre sin mediar palabra. Ni él ni yo habíamos hablado todavía. Ésa era también una de las instrucciones. No debíamos hablar en ningún momento mientras durara nuestro encuentro. La propuesta es que él llegaba a la habitación follábamos, acabábamos y después nos vestíamos poniéndose la ropa en nuestros cuerpos sudados y todavía manchados de leche y nos marchábamos. Y después, a los 30 ó 40 minutos, yo le llamaba por teléfono y hablábamos de nuestra experiencia. En eso consistía mi fantasía.
Volviendo a lo que estaba sucediendo en ese momento en la habitación 518 de un bonito hotel, después de haberlo puesto debajo de mí, seguimos besándonos. Yo movía mis caderas de forma circular para notar su polla durita rozando mi coño, mi clítoris, mi entrepierna.
Empecé a bajar por su cuerpo. Besé su cuello. Sus hombros. Rozaba su pecho. Siempre por encima de la ropa. Mis pezones estaban erectos, excitados. Él tenía sus ojos cerrados. La expresión de su cara reflejaba excitación y eso me ponía malísima. Quería volverle loco de placer. Así que me quité mi vestido con movimientos sensuales, mientras le desabrochaba sus ceñidos pantalones.
Su cuerpo era precioso. Ahora que le estaba contemplando, su desnudez, ésa con la que había soñado tantas veces desde hacía algunos días, me parecía mágica, esplendorosa, perfecta. Y ahora ya sí, sin ropa que interrumpiera mis deseos, empecé a recorrer su cuerpo con mis labios, con mis besos, con mis dedos. Él saboreaba mis pezones erectos mientras con una mano acariciaba una de mis piernas y con la otra rozaba mi coño para comprobar que estaba cada vez más mojada.
Nos fuimos quitando la ropa que nos quedaba como podíamos. Dejamos todo a un lado y seguimos besándonos, tocándonos, rozándonos. Yo buscaba su polla para comprobar el nivel de su excitación. Estaba dura. Muy dura. Y se la colocó en la entrada de mi coño. Y la movió para mojarla, para lubricarla. Pero era muy pronto todavía. Aún no había llegado el momento.
Él seguía besando mis pezones, mis pechos, mi barriguita. Y seguía bajando por mi cuerpo mientras con sus manos acariciaba mis piernas. Y mi chocho. Suavemente. Sin penetrarlo. Sin movimientos bruscos pese a lo salvaje del momento.
Y así llegó con su boquita a mi coñito. Lo besó. Pasó su lengua por mi rajita. La puso en mi agujerito como si intentara penetrarlo. Y siguió su recorrido por mi cuerpo. Acariciaba mis piernas, mis muslos, mis rodillas y llegó a mis pies. Los besó. Y empezó a subir por mi cuerpo, pasando su lengua por cada rincón del mismo.
Me dio la vuelta. Y se puso sobre mí. Subió hasta colocarse a mi altura. Besó mi nuca. Observé su tatuaje. Miré su culito. Me pegué a su cuerpo y lo comencé a rozar, mientras lentamente empecé a hacerle lentamente una buena paja.
Él me llenaba de besos y teniéndome así debajo de él, me abrió un poquito mis piernas y rozó mi coño desde atrás. Mojó mis dedos y rozó la entrada de mi culo. Me estaba estremeciendo. Entonces con sus brazos, con sus gestos, me pidió que me diera la vuelta. Seguíamos sin hablar, sin mediar palabra.
Me miraba con ojitos llenos de excitación y deseo. Yo le miraba e intentaba que entendiera que me moría porque me follara, pero que antes debía de hacer una cosita que me había prometido.
Volvió a besar mis labios. Volvió a recorrer mi cuello, mis tetas, mis pezones y mi barriguita. Y se fue directo a mi coño. Metió su cabeza entre mis piernas. Con la puntita de su lengua empezó a rozar mi rajita, mi clítoris, la entrada de mi coño. Intentaba penetrarme con la lengua. Yo temblaba de placer. Su respiración se agitaba más y más y apretaba su cabeza con sus manos contra mi cuerpo.
Y entonces empezó a lamer todo mi coño. Enterito. Desde el clítoris hasta su agujerito. Y empezó a ayudarse con un dedito.  Y  luego con dos. Los mojaba en los líquidos que salían de mi interior. Me tenía loca el momento, la situación, su respiración, mis gemidos, su agitación, el ambiente, el olor a sexo. Con uno de sus dedos mojados rozaba mi coño y con el otro de vez en cuando me lo metía por mi agujerito hasta el fondo. Y con otro dedo, también mojado en mis flujos producto de la excitación, rozaba la entrada de mi culito. Y algunas veces lo abría y lo follaba dulce y suavemente.
A todo esto, su polla estaba dura, grande, enorme, llena y preparada para follarme, con todas sus ganas. Deseaba sentir su polla dentro de mí y tenía unas ganas que me moría de que me llenara mi cuerpo de leche calentita, de manchar mis pechos, mis pezones con su semen.
Y así llegó su primer orgasmo. Sentí como me estremecía. Los espasmos que acompañaron el momento en que me estaba corriendo llenaron el ambiente de mayor excitación, si cabe. Disfruté sintiendo como acababa. Saboreó todos y cada uno de los jugos que brotaron de mi coño. Y se los bebió. Y no dejó de rozarme hasta que yo se lo pedí.
Entonces subí hasta poner mi cara a la altura de la suya y nos besamos. Nos abrazamos y durante unos segundos nuestros labios se juntaron y nuestras lenguas juguetearon.
Pero entonces fui yo la que pasó a la acción. Sin más dilación, fui bajando por su cuerpo. Besé su cuello, su pecho, su abdomen. Con una mano busqué su polla y empecé a masturbarlo sin dejar de besarlo. Yo estaba a mil. Él lo sabía. Y sin dejar de mover mi mano, me introduje su polla en la boca y empecé a saborearla. Subía y bajaba. Mis manos, mi boca, mi cuerpo.  Gemía. Si no paraba, se iba a correr. Intentó que parara. No quería acabar tan rápido. Pero yo seguí lamiendo su rabo. Sólo paré para chupar despacito sus huevos. Recorrí cada rincón de su sexo. Y entonces, cuando estaba a punto de regalarme su leche calentita, me detuve. Me senté sobre él, me coloqué su polla en la entrada de mi coñito y empecé a bajar suavemente para que notara como iba entrando dentro de mí. Estaba muy mojada. Muy excitada. Y él estaba muerto de deseo y a punto de reventar. Y se empezó a mover dulcemente sobre mí, subiendo y bajando despacito, mientras yo me masturbaba con una mano y le miraba con ojos traviesos.
Intenté contener mi orgasmo, pero entonces me dijo que se iba a correr, me sonrió, me tumbó en la cama y empezó a correrse. Yo le cogí la polla en el momento en que le venía el orgasmo y le acompañé con mis manos. Los chorros de leche calentita llenaron mi cuerpo, mi ombligo, mi barriguita, mis pezones.
La visión de mi torso desnudo con los chorros de mi semen sobre mi era mágica. El momento fue impresionante. Había cumplido mi fantasía y entre los dos hicimos que la situación fuese excitante, alucinante. Ni en mis mejores sueños pensé que podía ser una experiencia tan satisfactoria. Entonces, siguiendo mis instrucciones, sin mediar palabra, se puso el pantalón, la camiseta y sus zapatos, me besó y se marchó.
Media hora después lo llamé. Conversamos. Y terminamos haciéndonos unas buenas pajas recordando lo bien que nos lo habíamos pasado.

Andrea XLIV, las bodas, que gran sitio para follar.

Este sábado fue la boda de Maika. La ceremonia estuvo preciosa y Maika iba guapísima. Fue una boda de la alta sociedad donde las mujeres vestíamos trajes de noche y los hombres smoking. Yo utilice un vestido negro largo con abertura en mi pierna izquierda casi hasta la mitad de mi muslo y un escote en V. Complementaba mi atuendo con diminutas braguitas, con liguero y unos zapatos de raso negro con tacon de aguja.
Al terminar la ceremonia todos nos dirigimos a la fiesta de tuvo lugar en una vieja hacienda acondicionada como hotel de gran lujo en nuestra ciudad. Por ser muy cara a pesar de ser muy hermosa casi no tiene huespedes. La hacienda es una construcción del siglo XVII con muchos pasillos largos y hermosos jardines muy aislados.
Tras la cena, que no tuvo nada extraordinario, comenzó la fiesta donde bailamos y bebimos tratando de disfrutar un poco el pesado ambiente de las fiestas de alta sociedad.
Entre baile y copa, se me acercó Pablo, el hermano de Maika, que ya llevaba encima unas cuantas copas de más. Tras presentarse y después de bailar un rato, nos fuimos a sentar a la mesa para tomar unos cócteles. Pablo, cada vez que podía me tocaba y acariciaba la pierna por debajo de la mesa, llegando incluso a frotarme la entrepierna sobre la tela de mis diminutas braguitas. Saber que estabamos con otras parejas en la mesa y que él me estaba acariciando intimamente me encendió y a él también.
 En un momento dado, yo estaba totalmente húmeda y él tenía una enorme erección que se le notaba y sentía debajo de la tela del pantalón.
Cerca de las dos de la mañana y como hacía mucho calor en el salón, decidimos salir a tomar un poco de aire fresco. Le pedí a Pablo que caminaramos un rato por los pasillos y jardines del hotel. El hotel al parecer estaba vacío, ya que no se notaba la presencia de huespedes por donde caminabamos.
Durante el paseo nos ibamos besando y tocando de tal manera que ambos seguiamos muy excitados. Caminamos y caminamos durante un buen rato, hasta que sin darnos cuenta ya nos habíamos alejado bastante del salón de la fiesta. Pablo totalmente lanzado me iba frotando su dedo contra mi clítoris mientras que yo le iba frotando su polla con mi mano.
Como la pasión nos quemaba, tratamos de buscar alguna habitación que estuviera abierta pero sin ninguna suerte. Por lo que decidimos buscar un lugar apartado para echar un buen polvo.
Nos encaminamos hacia un pequeño jardín rodeado por las paredes de las habitaciones, pero al irnos acercando escuchamos unas ruidos bajos como voces. Pablo me dijo que guardara silencio y silenciosamente nos acercamos al acceso que daba a ese jardín. Estaba un poco oscuro por lo que no nos fue fácil detectar quienes eran, pero despues de un breve momento pudimos notar que se trataba de mi prima Clarisa y un joven al que había visto muy cerca de ella durante toda la fiesta de la boda.
Por lo que pudimos observar él trataba de acariciarla intimamente pero ella se resistía un poco. Desde el lugar donde ellos estaban podían ver hacia un punto donde hay una escalera que comunicaba la planta baja con la planta alta en donde estabamos nosotros pero no se habían dado cuenta de nuestra presencia.
Pablo me guiñó el ojo y silenciosamente nos retiramos unos pasos hacia atras, me dijo que caminaramos nuevamente hacia el jardín haciendo un poco de ruido. Su plan era que nos colocaramos en un costado de la escalera donde nos podían observar, pero buscando que nadie nos viera. Hacer esto con público me excitaba y la verdad, no me hice de rogar.
Tratando de que tuvieran una buena vista nos comenzamos a besar y a tocar de manera muy apasionada.
Pablo me sacó las tetas fuera y las comenzó a chupar y masajear. Mientras él hacía esto, pude observar de reojo como mi prima y su pareja se habían quedado estáticos tratando de ocultarse un poco detrás de los arbustos. Como del jardín no había otra forma de salir que por el pasillo donde estabamos, no podían retirarse sin que nos dieramos cuenta.
Ambos se quedaron quietos mirándonos. Pablo subió mi vestido hasta mostrar mis diminutas braguitas y sin decirme nada me las quitó moviendose un poco, de tal modo que pudieron ver perfectamente mi coñito depilado.
Esto al parecer los calentó, ya que ambos comenzaron inmediatamente a besarse mientras él le metía la mano debajo de su vestido. A pesar de todo no dejaron de mirarnos.
Yo estaba tan caliente por lo que Pablo me estaba haciendo que me arrodillé y comencé a chuparle la polla y a besarle los huevos. Mientras hacíamos esto, él me dijo que mi prima había comenzado a soltarse y se había colocado en la posición del perrito, le había subido su vestido y le había quitado su tanga penetrandola sin dejar de mirarnos.
Como no quería perderme el espectáculo me detuve y le pedí que me penetrara por detrás también. Esta posición me encanta y disfrutaba de la penetración mientras discretamente miraba hacia donde estaba mi prima y su pareja. Ambas parejas estuvimos dándonos el espectáculo durante un buen rato.
Pablo recorría mis tetas con sus manos, y mi espalda con sus besos mientras me seguía penetrando. Mis pezones estaban totalmente duros y mis jugos escurrían fuera de mi vagina de lo excitada que estaba. Mi prima ya no nos miraba pero se veía que también estaba disfrutando enormemente del polvazo que estaba echando. A los pocos minutos Pablo y yo terminamos casi juntos. Fue un placer sentir su semen muy caliente en mis entrañas.
Estabamos exhaustos y sudorosos pero felices por la travesura que habíamos hecho.
El chico que acompañaba a mi prima ,también pudimos observar como se agitaba como claro indicio de que estaba terminando dentro de ella. A los pocos minutos le sacó su polla de dentro. Ella le dijo algo y él continuo con su dedo, supongo frotándole el clítoris o penetrándola.
Ella comenzo a moverse mas rapidamente, clavó su cara en el verde césped y aflojó totalmente su cuerpo quedándose así durante un rato mientras él se sentaba sobre el piso mostrando su polla ya flácida.
Después de descansar por unos momentos nos arreglamos nuestras ropas, volteamos a todos lados como tratando de que nadie nos viera y nos encaminamos hacia las escaleras para subir al segundo nivel. Pablo cogió mis braguitas y al subir por las escaleras las dejó caer al piso de forma que ambos miraran lo que estabamos haciendo.
Mientras estabamos arriba descansando un poco y haciendo tiempo para que mi prima y su acompañante salieran de sus refugio, escuchamos una risas muy tenues y pícaras y oímos como se alejaban sigilosamente. A los cinco minutos bajamos también para dirigirnos hacia la fiesta y al bajar las escaleras vimos que en el lugar donde Pablo había dejado mis bragas estaba el tanga de mi prima. Habían intercambiado nuestra ropa interior en nuestras narices.
Saber que otro hombre tenía mi ropa interior me excitaba, y ver como Pablo olía el tanga de mi prima no ayudaba a que me enfriase.
Regresamos a la fiesta donde ya los invitados habían comenzado a retirarse. Pasamos al lado de la mesa donde estaba mi prima y su acompañante y ella me guiñó un ojo mientras se pasaba la lengua por sus labios carnosos. La experiencia me encantó y la verdad que al final una boda que no prometía terminó siendo realmente interesante jajaja.

Andrea XLIII, me gusta ser dominada.

Estaba totalmente desnuda, sólo mantenía las bragas puestas, con las manos a la espalda, unidas por unas esposas y los ojos tapados. En el suelo, de rodillas, con las piernas ligeramente abiertas, sentía el agujero de mi chocho abrirse cada vez más y soltando flujo continuamente.
Notaba como sus ojos recorrían cada centímetro de mi piel, cada zona de mi cuerpo, por muy oculta que estuviera, notaba el calor de su mirada, me quemaba.
De repente, lo que sentía ya no era su mirada, era el roce de sus dedos por mi espalda. Acariciaba toda mi espalda, desde arriba hasta abajo, con mucha delicadeza y muy despacio; eso hizo que se me erizara la piel.
Me gustaba estar en esa situación, podía hacer lo que quisiera conmigo, yo no podía tocarle, y ahora mismo no podía ni mirarle.
Pero había alguien más en la habitación, escuché su voz, era otro chico.
El no me tocaba, solo miraba desde lejos, ni siquiera podía olerle, solo me venía de vez en cuando un poco de olor. El tener los ojos cerrados hacía que mis otros sentidos estuvieran más despiertos, todo lo que sentía se multiplicaba.
Intentaba moverme pero estaba inmovilizada totalmente, estaba a su merced, sus dedos tocaron mis labios, abrí mi boca intentando atraparlos, pero ya estaban en mi cuello de donde se fueron deslizando hacia mis pechos, tocando mis pezones que estaban a punto de explotar. Me estaba volviendo loca.
Pero lo que realmente me desconcertó y me excitó es que a la vez que unas manos tocaban delicadamente mis pezones noté como otras dos manos subían por mis piernas, entonces el chico me susurró al oído que me tranquilizase, que en realidad el sabía que eso me gustaba, que era su putita y que haría lo que el me dijese.
Escuché como una voz que no me era conocida me dijo que mejor que me estuviese quieta o me podía cortar, al tiempo que con un objeto punzante me cortaba las bragas, primero una pierna, y luego la otra, quitándome los restos de la fina tela de un tirón.
Después de esto me dijo que abriese mi boca, metiéndome mis braguitas en ella, me las metió enteras, aunque me preguntó si me impedía respirar, a lo cual contesté moviendo mi cabeza hacia los lados..
Al cabo de pocos minutos noté como algo caliente se derramaba sobre mis muslos, y al minuto lo mismo en mis tetas, se habían corrido los dos, encima de mí, y se fueron, me dejaron allí sola, no sé cuanto estuve así, con mis manos y piernas atadas, mis bragas en mi boca y su leche sobre mi cuerpo pero a mi me pareció mucho. De vez en cuando oía sus risas en otra habitación, así pude comprobar que estaba sola.
Pasados unos minutos que a mí me parecieron horas noté unos pasos en la habitación, metiendo sus dedos en mi boca me sacó las bragas, yo tenia ganas de insultarle, de patalear, de gritar, pero lo único que salió de mi boca fue gracias, me besó, humedeciendo con su lengua mi seca boca, se subió en la cama y puso un cojín bajo mis caderas, así que ya me imagine lo que venía, pero no me esperaba que fuese tan brusco, de un solo empujón introdujo toda su polla en mi coñito, un jadeo de sorpresa salió de mi boca, sin darme tiempo a reaccionar empezó a moverse dentro de mi, entraba y salía de forma brutal, su cuerpo apenas tocaba el mío, estaba levantado sobre sus manos, empujando con fuerza saliendo despacio de mí para volver a entrar mas fuerte aún.
Mi respiración se aceleraba, yo soltaba aire cada vez que su polla entraba en mi, estaba como loca, mis sentidos estaban disparados, entonces él empezó a decirme: "toma vamos tómala entera, es toda para ti, tómala, zorra" ; eso me volvía loca, me gustaba que me dijese eso mientras clavaba su polla en mi interior.
Entonces fue cuando noté una mano en mi cabeza, esa mano me hizo mover mi cabeza hacia un lado, a la vez que notaba como algo duro y húmedo se apoyaba en mis labios, abrí mi boca y entonces otra polla entró en mi de golpe, toda en mi boca, la podía sentir en mi garganta.
Mientras me susurraban los dos al oído que chupara, que me iba a gustar, que era una zorra, que tenía una polla en mi coño y otra en mi boca, no podía mas, me corrí como una loca a la vez que ellos me follaban la boca y el chocho. Sentí que me desmayaba, pensé que no iban a acabar nunca, pero no fue así, el primero fue el que me follaba la boca, descargando parte en ella para luego sacarla de dentro y seguir haciéndolo en mi cara.
Eso debió excitar al otro ya que la fuerza de sus embestidas aumentaba, cada vez que entraba en mi yo sentía como si fuese a romper mi chochito, parecía que me iba a desarmar.Mientras el otro metió otra vez su polla en mi boca diciéndome que se la tenía que limpiar bien, ya había tragado una buena cantidad de su leche y ahora pasaba mi lengua alrededor, lamía de arriba a abajo, yo sacaba mi lengua y él pasaba su rabo por ella.
De pronto sentí como el otro chico sacaba la polla de mi raja y vertía gran cantidad de leche sobre mí, al principio todo parecía normal yo notaba como caían sobre mi chorros de su leche, pero después de una pausa empecé a sentirlo de manera continuada. Entonces comprendí lo que estaba pasando, después de correrse encima de mi ombligo estaba meando encima mío, escuche como se reían los dos.
Meó directamente a mi coño, aquella sensación me gustaba, entonces el otro chico dijo que el también tenía ganas de mear pero que no iba a ensuciar el suelo, dicho lo cual agarró mi pelo con una mano mientras con la otra abría mi boca, yo no pude resistir mucho ya que había tenido mi boca abierta tanto tiempo que me dolía mucho y casi no tenía fuerza, su blanda polla empezó a mear en mi boca, intenté no tragar nada, pero era imposible, él había metido su polla tan adentro que no me permitía hacer otra cosa que tragar.
Me sentía como una auténtica puta, mi cuerpo estaba mojado, tenía en mi boca el sabor de la leche y el pis y en mi vientre la leche seca.
Seguía atada, cuando unas manos liberaron mis piernas, cuando las cerré creí que estaba en el cielo, que sensación, por fin estaba libre. Las mismas manos soltaron mis manos y permitieron ver la luz. Abrí mis ojos, las sábanas estaban revueltas y las almohadas todas desparramadas en el suelo. Busqué rápidamente por la habitación alguna señal de aquellos chicos con los que acababa de compartir una de las mejores experiencias de toda mi vida, pero no había señales de ellos por ningún lado. Estaba sola. Bajé la mirada y, con una punzada de decepción y algo más que no supe reconocer, frustrada golpeé las sábanas con los puños varias veces. ¡Joder! Todo había sido un maldito sueño…