Andrea XLVI, disfrutando los fuegos...

El martes fueron los fuegos de la fiesta de la ciudad, así que me arreglé para disfrutar de la noche. No había quedado con nadie, iba a ir sola, pero esperaba ver a alguien conocido viendo los fuegos artificiales. Había bastante gente, teniendo en cuenta que era un martes y el tiempo acompañaba, no hacía frío y el cielo se veía bastante despejado, perfecto para ver el espectáculo.
Me puse al lado de un grupo de chicos y chicas que rondaban mi edad y busqué alrededor con la mirada, pero no vi a ninguno de mis amigos ni amigas.
En el grupo había un chico que me llamó mucho la atención, era guapísimo y se notaba que estaba musculado, incluso por encima de la ropa. Solo de imaginarme como sería su cuerpo, empecé a mojarme.
Estaba con una chica, estaban besándose y eso hizo preguntarme como sería sentir sus labios, como besaría, que se sentiría siendo tocada por sus manos, abrazada por sus brazos, como me sentiría con su cuerpo totalmente pegado al mío.
Y entonces me miró, y un calor repentino se extendió por todo mi cuerpo, sus ojos se clavaron en los míos y noté como mi corazón se aceleraba. Aparté la mirada, pero al mismo tiempo deseaba mirarlo y que él siguiera mirándome.
No me atreví a girarme para averiguarlo hasta pasados unos quince minutos y cuando miré, él ya no estaba, se había ido, pero el grupo con el que estaba seguía allí, y también la chica con la que se estaba besando, así que descarté que se hubiera ido con ella a echar un polvo.
Me estaba aburriendo y no tenía ningún sentido seguir allí mirando los fuegos artificiales, a los cuales no les había prestado ni la más mínima atención.
Iba caminando, alejándome de la multitud, la calle estaba desierta, toda la gente estaba mirando el espectáculo y me sentí bien por ello, estaba bien caminar sola.
Entonces lo vi, caminando en la otra punta de la calle y mi corazón se volvió a acelerar. Necesitaba verlo de cerca otra vez, necesitaba sentir su mirada de nuevo; así que caminé más rápido.
Giró en la esquina de la calle y yo aceleré más el paso para no perderlo de vista, llegué a la esquina, giré y ¡allí estaba él!
"¿Qué haces siguiéndome?"
No sabía que contestar, así que simplemente me quedé perdida en su cuerpo, sus ojos.
"¿Te gusta lo que ves?"
Le respondí que como no iba a gustarme, tenía un cuerpazo y era muy guapo.
"Pensé que habías tenido suficiente con lo que miraste antes"
Iba a irme, iba a dar media vuelta e irme a casa, pero él me agarró del brazo, me atrajo hacia él y me besó. Me estaba comiendo la boca y yo sentí que un calor recorría todo mi cuerpo y mi chocho ardía y se mojaba por completo.
Sus manos estaban por todas partes, sentía su cuerpo por toda mi piel. Comenzó a besarme por el cuello y a darme pequeños mordiscos, mientras que sus manos se deslizaban por debajo de mi cazadora y mi top. Las pasaba por toda mi espalda, por mis caderas, por mi cintura, por mi vientre y finalmente me manoseó las tetas.
Me empujó contra la pared de un edificio y bajó suavemente sus manos hacia mi culo, mientras apretaba su cuerpo contra el mío. Noté el gran bulto de su entrepierna contra mi coño. Él hacía que cada roce fuera más intenso y que cada vez me meara más; estaba totalmente abierta para él, podría metérmela en aquel momento, sin ningún problema.
Me dijo al oído "¿Quieres más?"
"Por supuesto, lo quiero todo de ti, quiero todo lo que me quieras dar."
"Igual te doy más de lo que puedes aguantar" me contestó.
Y yo le dije que eso habría que verlo.
Dicho esto, su mano fue metiéndose por debajo de mi falda y fue directamente a mi chocho, lo acarició por encima de mi tanga, para luego echarlo a un lado y tocar toda mi raja de arriba a abajo, mientras empezaba a jugar con mi clítoris.
"Eso es nena, dame todo tu flujo."
Las cosas que me decía, me ponían a mil, quería más de él, quería sentirlo todo.
Como si me hubiera leído el pensamiento se bajó y metió su cabeza entre mis piernas. Levantando mi falda hasta la cintura y apartando el tanga hacia un lado, comenzó a jugar con su lengua por mi coño, haciéndome gemir como una auténtica puta, en medio de la calle.
El simple hecho de que alguien nos pudiera ver, solo me ponía más caliente.
Cuando estaba a punto de correrme en su boca le dije que ahora me tocaba a mí jugar. Él accedió. Fui besándole por el cuello y lamiéndolo mientras con mis manos recorría todo su torso. Ese tremendo torso, todo musculado, me ponía muy loba, tenía ganas de comérmelo entero. Le subí la camiseta y fui pasando con mi lengua por toda su piel, hasta llegar a sus pezones. Los chupé, los mordisqueé y sujetándolos con los dientes los estiré hasta que lo oí gemir de placer.
Seguí jugando con mis labios, lengua y manos hasta llegar al pantalón. Se lo desabroché y directamente le saqué la polla fuera de su bóxer. Jugué con su punta haciéndolo enloquecer, para luego metérmela entera y de golpe hasta el fondo de mi boca, hasta la garganta.
Estuve a punto de hacer que se corriera, pero él hizo que parara, me puso de espaldas a la pared, me cogió por las nalgas, metiéndome de un solo embiste, la polla hasta el fondo de mí empapado coño.
Me empujaba con fuerza, haciendo que cada embiste fuera más excitante que el anterior. Su tremenda polla rozando contra las paredes de mi chocho hacía que mi temperatura se elevara, y mi respiración y mi corazón se aceleraran.
Me folló como a una puta, una auténtica zorra, con tanta dureza que me sorprendía que alguien pudiera tener tanta fuerza.
Seguimos así durante un rato, gimiendo, sudando, volviéndonos locos, perdiendo el control, hasta que nos corrimos juntos, mientras nuestros cuerpos temblaban de placer.
Me bajó poco a poco y me susurró "¿Quieres que te acompañe a casa?"
"Claro"
Y me acompañó, pero lo que sucedió luego, eso, es otra historia.

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