Andrea XLII, despedida de soltera.

Ayer me sucedió una experiencia que no puedo dejar de contaros. Una amiga de mi prima Clarisa, Maika, se casaba y nos invitaron a su despedida de soltera. Por la tarde estuvimos mi prima y yo buscando el modelo adecuado para asistir a la fiesta. Clarisa se decidió por un vestido de color rojo de tirantes, con gran escote que le marcaba el canalillo de sus pechos. El vestido marcaba de forma escandalosa las caderas de mi prima, haciéndola muy apetitosa para cualquier hombre. Yo la sugerí que no se pusiera sujetador ya que le quedaría mal con aquel vestido. Al subirle la cremallera y volverse, me fijé en el modo como se marcaban sus pezones a través de la tela del vestido. Como calzado eligió unas sandalias negras de alto tacón que la hacían parecer un bombón. Yo, por mi parte, elegí un conjunto de blusa blanca con dos botones desabotonados junto a un pantalón negro de vestir y unas botas blancas de tacón alto. Cogimos un taxi y nos dirigimos al local donde habían preparado la fiesta. El salón se encontraba lleno de globos y al entrar fuimos besando una a una a todas las chicas, a las que ya conocía del Insti y de la fiesta de pijamas, especialmente a Maika, la afortunada.
Mientras comíamos las chicas me dijeron que tenían una gran sorpresa para la futura novia y que esperaban que aquella noche lo pasara lo mejor posible ya que no todos los días se casa una. Tras acabar de cenar, empezó a sonar la música y yo me acerqué a las chicas para que me dijeran cual era la sorpresa. Todas se rieron y me dijeron que esperase un poco más, que enseguida sabría de qué se trataba. Llegaron las doce y llegó un stripper; era un chico no muy musculoso, pero si ejercitado, se hacía acompañar por otros tres chicos. El stripper se empezó a quitar la ropa, hasta quedar en calzoncillos, veía cómo bailaba por detrás de mi prima, todas estábamos algo tomadas, y eso dio pie a que la fiesta se tornara más caliente. En unos instantes Maika ya estaba tocando al stripper en el escenario. Mojé mis labios con mi lengua y dicho gesto fue observado por Clarisa, la cual me guiñó un ojo humedeciendo igualmente sus labios.
Aquella fiesta estaba tomando unos derroteros muy interesantes. Se respiraba sexo por los cuatro costados y todos los presentes lo sabíamos.
El stripper se dirigió hacia Maika y se sentó sobre sus rodillas de cara hacia ella. La cogió las manos y las llevó hacia sus nalgas haciéndole agarrárselas con fuerza. Empezó a mover las nalgas sobre ella y acercó su cara dirigiendo su boca hacia su oreja empezando a lamerla con sus labios. Después se levantó de encima de sus rodillas y se situó ante su cara ofreciéndole la visión de su entrepierna cubierta por el tanga. Las chicas no parábamos de gritar animándolos a lanzarse al vacío. Escuché a mi prima diciéndola que le bajase el tanga y que nos enseñase lo que le colgaba entre las piernas. Los gritos en el salón eran ensordecedores, todas las chicas se encontraban en un estado de enajenación increíble esperando lanzarse a una espiral de sexo y vicio. Clarisa que parecía la organizadora de todo se acercó a Maika y le dijo que tenía que elegir a uno de los cuatro chicos para que pasase la noche con él, que mientras, nosotras nos divertiríamos con los tres restantes. Hubo gritos de júbilo y la locura se hizo colectiva ante la perspectiva que se nos presentaba aquella noche.
Yo de momento no sabía con cuál de los cuatro chicos quedarme. Estaba dispuesta a follar con cualquiera de ellos y creo que a Maika le pasaba lo mismo. Enseguida los tres nuevos muchachos empezaron a bailar en medio de todas nosotras moviéndose al ritmo salsero de la música. Yo les veía bailar sentada en la silla mirándoles hipnotizada, cuando uno de ellos se situó ante Maika invitando a su amigo a que la agarrase por la espalda mientras él inició un movimiento tremendamente sexual con su pelvis ante sus asombrados ojos. Ambos nos invitaron a todas a unirnos a ellos y a que les acariciásemos sus preciados cuerpos.
No nos hicimos de rogar, Clarisa agarró con sus dedos los laterales del pantalón de uno de ellos despojándole de golpe del mismo. A continuación agarró la camisa y la abrió de cuajo rompiendo los botones y dejando el pecho del muchacho completamente desnudo.
Por su parte, Maika se encontraba agarrada a otro muchacho abrazándole por la espalda. Le ayudó a despojarse de la sudada camiseta y después se arrodilló tras las nalgas del chico y le agarró del pantalón por la cintura tirando de él hacia abajo y dejándolo cubierto tan solo por un tanga rojo. Yo empecé a mordisquear las nalgas de otro de los macizos strippers hasta que mis manos se fueron directas hacia la parte delantera del muchacho empezando a acariciarle el paquete a través de la tela del tanga. Aquel bulto no tardó en ponerse en forma creciendo de forma considerable.
El ambiente ya estaba totalmente caldeado y todas nos encontrábamos dispuestos a cualquier cosa. Mientras tanto Nerea y Teresa ayudaron al otro chico a sentarse en el sofá y le despojaron del tanga haciendo aparecer una polla bien grande y dura que hizo que nos mojásemos todas las presentes en aquella fiesta. Nerea lo agarró con una de sus manos y lo llevó hacia su boca tragándoselo de golpe y empezando a succionarlo sin parar. Me quedé alucinada viendo como se comía aquel poderoso rabo chupándolo por todos los rincones. Nerea ofreció aquel tesoro a Teresa la cual se quedó admirando aquella polla con cara de lujuria y de pronto acarició el glande amoratado de aquel muchacho con la punta de su lengua pasando a recorrer toda la longitud de aquel miembro ensalivándolo por completo.
Yo, mientras tanto me entretenía tragándome por completo el nabo de uno de los strippers llegando a tocar la garganta con la punta de su polla. Aun no me explico cómo conseguí hacerlo. Mientras Maika parecía que ya había elegido estaba chupando el rabo de uno de los chicos mientras otro de ellos la penetraba por el culo, la oía gemir, mientras ellos se turnaban para metérsela, ambos terminaron eyaculando torrentes de leche sobre el rostro de ella.
La sala ya era una plena orgía, las chicas, estaban semidesnudas, dos de ellas compartían el pene de uno de los chicos, ambas se turnaban para chupar un enorme miembro que colgaba; vi con asombro como dos de mis amigas estaban en posición de perrito, esperando su turno, los chicos se turnaban para penetrarlas sin cesar.
Yo estaba excitadísima, cuando me di cuenta tenía a dos hombres tocándome, en unos minutos ya estaba probando las pollas de esos dos extraños; noté cómo uno de ellos se sentó en un sofá mientras me hacía una señal invitándome a montar ese gran rabo, lo cual hice de inmediato, con enorme placer subía y bajaba sobre su polla, el momento más caliente llegó cuando el otro chico untó un poco de aceite en mi culo , sentí como me estremecía mientras ese enorme palo se metía dentro de mi culito, ambos terminaron derramando su leche dentro de mi; al terminar, pase un rato dejándome tocar por ellos.
Giré la vista al escuchar los gritos que lanzaba Teresa. La escena que presencié casi me hace volverme a correr. El chico la tenía apoyada de espaldas a él con las manos sujetas al respaldo del sofá, mientras le ofrecía su coño húmedo a mi prima Clarisa, que se lo comió como una auténtica puta. El muchacho follaba con fuerza a Teresa clavándole todo su pene hasta el fondo. La tenía bien abierta de piernas y la sujetaba de las caderas traspasándola con gran fuerza. Teresa introdujo uno de sus dedos en el culo de mi prima, el chico acabó explotando en su coño llenándola con su lefa. Mientras mi prima acabó gimiendo con las caricias que le estaban haciendo en su culito.
Mientras Nerea disfrutaba con un 69 de pie que parecía que no la daba nada de vértigo y si mucho morbo. Se agarraba a la broca de aquel tío y se la comía sin parar. Él dirigió su lengua hacia su clítoris chupándolo sin descanso. A los dos minutos se había corrido entre sus labios ofreciéndole todos sus jugos.
Maika estaba con el fin de fiesta, tenía a un chico tumbado en la alfombra que la estaba taladrando, ella cabalgaba sobre su potente macho como una yegua enloquecida al tiempo que él le golpeaba las nalgas con las palmas de sus manos haciéndola gritar. Otro de los chicos aprovechó y se arrodilló tras de ella y chupó su culo dándole un beso negro de fábula. Sabía lo que aquello significaba iba a ser ensartada por aquellos dos machos al mismo tiempo. Tras dejarle el culo bien lubricado gracias a su saliva. Aquellos dos cabrones la estaban destrozando por dentro pero ella parecía dispuesta a pasar aquella dura prueba. Los gemidos dieron paso a unos aullidos enloquecedores por su parte.
"Cabrones me hacéis enloquecer. Me muero de gusto con vosotros. Folláis de maravilla. No deseo que esto acabe nunca. Seguid así y no paréis".
Su orgasmo parecía que se aproximaba a pasos agigantados, hasta que los tres acabaron corriéndose como auténticas bestias en celo.
"Maika, ahora ya estas preparada para casarte con tu futuro marido", le dijo uno de los strippers tras sacarle la polla.
"Tienes razón, aunque ahora tengo aun más dudas de que realmente desee casarme", le contestó sonriendo.

Andrea XLI, nunca pierdo una apuesta.

El viernes hice una apuesta con mis primas Clarisa y Verónica. La prueba trataba de si Clarisa y yo seríamos capaces de encontrar a alguien con quien hacer un trío en un ascensor.Si al  final no conseguíamos lo propuesto, tendríamos que aguantar a Verónica dándonos ordenes durante toda una semana, y como no, obedecerla en todo.¿A qué te refieres cuando dices que tendremos que obedecerte en todo?"A lo que ella me contestó " No es lo que te imaginas, nada de sexo, para eso sé que no tengo que obligarte.Vaya, esa respuesta no me gustó nada, pensé que igual tendría que satisfacerla físicamente, pero al parecer, era más bien, ser su chacha. Y eso, no nos gustaba nada, Verónica podía ser muy abusona en ese tema.
Más nos valía encontrar a alguien que tuviera el valor de follar con nosotras en un ascensor y encontrarlo rápido, ya que solo teníamos unas horas.
Por supuesto, ella entraría con nosotros para comprobar que realizábamos la prueba correctamente.
En primer lugar, pensé en Marcos, pero no estaba en la ciudad, se había ido de fin de semana; pero luego recordé al chico aquel que me folló en el baño del bar, al camarero, Pablo. No sé porque, pero sabía que no se iba a negar, sabía que le gustaba el riesgo.
Fuimos al bar, nos sentamos en una de las mesas que estaba más apartada y al poco rato Pablo estaba a mi lado.
"Hola guapísima, cuánto tiempo. ¿Qué te pongo?"
"Bueno, lo que quiero es a ti. Me refiero..., a ver..., ¿cómo te lo digo?" No sabía muy bien como proponérselo.
Entonces Clarisa lo soltó "¿te gustaría follar con nosotras en un ascensor? Verás, hemos hecho una apuesta, y si no conseguimos a alguien para hacer un trío en un ascensor, mi hermana nos hará la vida imposible durante una semana.
"Vale, pero quiero algo a cambio."
Yo me quedé extrañada, ¿que más quería? iba a poder follar con dos chicas.
"Quiero que pases toda una noche conmigo."
No me lo podía creer, ¿tanto le interesaba? Mi prima me dio una patada para que reaccionara.
"Sí, de acuerdo"
"En el edificio de mis padres será perfecto, hay dos ascensores, podemos pillar uno y pararlo"
Nos dio la dirección y quedamos cuando el saliera de trabajar.
A las dos horas, estábamos en el edificio, las tres, esperándolo. Cuando llegó, se quedó mirando a Verónica.
"Es la de la apuesta, quiere verificar que realmente follamos"
Entramos y llamamos al ascensor. Me relajé y me sentí aliviada cuando vi que el ascensor realmente era muy espacioso, cogíamos perfectamente los cuatro y sobraba mucho espacio.
Pablo no quería esperar, estaba totalmente empalmado, empezó a manosearme por todas partes y a besarme por el cuello. Yo notaba su bulto entre las piernas, cada vez más grande y duro. Me estaba poniendo tan cachonda. Clarisa apretó el botón para que el ascensor parara y comenzó a desabrocharle el pantalón a Pablo, se lo bajó y sacó la tremenda polla fuera del calzoncillo.
Él le agarró del pelo, mientras ella comenzó a chuparle la polla, como si se la quisiera comer entera, nunca había visto a mi prima tan caliente, realmente Pablo le gustaba, la ponía a tope.
Yo me quité la parte de arriba, dejando mis tetas, hinchadas más de lo normal y doloridas, por mi cercana menstruación.
Él se las llevó a la boca y jugaba con mis pezones, mordiéndolos y lamiéndolos, mientras que las manoseaba entre sus manos.
Me encantaba la mezcla que sentía de dolor y placer, era excitante. Verónica estaba en una esquina, viendo todo el espectáculo y tocándose disimuladamente, por encima de la ropa.
Le quité a Pablo la camiseta que tenía, quería verlo desnudo, con ese cuerpazo que me volvía loca; y entonces él me quitó los shorts que llevaba, de una manera violenta, como si no pudiese esperar más para perforarme con su polla.
"Ahora, chúpale su coño."
Clarisa dejó la polla y empezó a chuparme todo mi chocho, pasándome su lengua por toda mi raja y centrándose en mi clítoris. Él se la cascaba mirando la escena.
Luego levantó a mi prima y le dijo que se desnudara, la puso de cara a la pared y agachada con el culo en pompa, le metió la polla por el coño de una sola embestida. Mi prima gritó de placer y yo me agaché para chupar sus tetas y ponerla aún más caliente.
"Quiero entrar en tu chocho"
Sacó su polla del coño de mi prima, me cogió por la cintura, subiéndome y haciendo que mis piernas lo rodearan. Apoyándome contra la pared del ascensor, me colocó la punta de su polla en el agujero de mi chocho. Sentía que estaba empapada, necesitaba sentirlo dentro de mí.
"Rómpeme por dentro, quiero sentirte bien hondo"
Diciendo esto me la clavó de un golpe, hasta que hizo tope; notaba como sus huevos chocaban contra mi culo; cada embestida era más fuerte que la anterior, haciéndonos gemir a los dos, estábamos totalmente desenfrenados. Clarisa se agachó y comenzó a chupar los jugos que mi coño estaba soltando, y de vez en cuando pasaba su lengua por la polla de Pablo; eso nos ponía más calientes.
Me bajó y nos puso a las dos con el culo en pompa, una al lado de la otra y nos clavó su polla por el culo, primero a Clarisa y luego a mí.
Fue pasando de un culo a otro, dándonos tan fuerte que nos tenía que agarrar para que no nos fuéramos al suelo.
Se centró en follar a mi prima por el culo, y me pidió que le diera mi chocho a Clarisa, para que me lo chupara.
"Quiero ver cómo te lo chupa"
Pablo se movió muy rápido hacia mí, como si me deseara como a ninguna, me cogió fuertemente arrinconándome contra una esquina, levantándome y metiéndome la polla por el chocho sin miramientos. Me folló como un animal en celo, con fiereza, con fuerza, hasta que los dos nos corrimos entre gritos de placer y alivio, por descargar todo lo que teníamos dentro.
Me había olvidado por completo que estábamos en un ascensor, me había olvidado de todo realmente, hasta que sentimos ruidos y unas voces preguntaban si había alguien en el ascensor y si nos encontrábamos bien. Todos gritamos que sí, que éramos cuatro y estábamos bien. Enseguida nos sacarían. Les miré me imaginé si se darían cuenta del olor a sexo que impregnaba tan estrecho lugar y también sentía un intenso morbo del sólo pensar que el ascensor pudiera tener alguna cámara escondida donde nos hubieran filmado nuestro gran momento caliente. Creo que todo eso no lo sabré hasta la próxima reunión de vecinos de los padres de Pablo, que igual se quedan boquiabiertos con las andanzas de su niño, sobre todo su padre, jajaja. Y por cierto apuesta ganada a Verónica le toca obedecer….

Andrea XL, mi primera experiencia en un Club Swinger.

Este fin de semana quería sexo del bueno pero sexo diferente, así que me puse a buscar por Internet algo nuevo para probar, después de mirar varias páginas, por fin encontré una que me excitó nada más leerla; nueva apertura de "Club swinger". Me excitaba la idea de probar ese mundo de sexo con desconocidos, pero tenía un problema sólo se podía ir en parejas, por lo que después de pensar un poco, pensé en Marcos, ese chico que recodaréis de aventuras anteriores. Así que cogí el teléfono y sin muchos tapujos le propuse que si se atrevía a acompañarme, a lo que aceptó encantado.Me puse mi ropa más sexy y esperé a que Marcos llegará a buscarme en su coche. Llegó a las once y nos dirigimos en busca de ese local. Al llegar vimos que era un pequeño local, con un aspecto muy discreto exteriormente, nos acercamos a la puerta y el portero tras indicarnos el precio de la entrada, nos acompañó al interior, poniéndonos a cada uno una pulsera amarilla.
Nos recibió una pareja, Sonia y Mario, que estuvieron muy amables con nosotros y a continuación nos presentaron a las otras parejas. En total éramos cinco parejas, de edades comprendidas entre los veinte y los cuarenta años.
Nosotros éramos la única pareja desconocida para el resto de los asistentes. Después de la primera copa alguien propuso jugar a la gallinita ciega para entrar en calor. A todos les pareció una gran idea porque aceptaron la propuesta con gran entusiasmo y por unanimidad decidieron que la gallina ciega fuese yo. Pregunté en qué consistía el juego y Sonia me explicó que todos los participantes, excepto yo, se desnudarían y que yo, con los ojos cerrados, tendría que reconocerlos tocando sólo el sexo y el culo. Si no lo adivinaba me quitarían una prenda y si me quedaba sin prendas el jugador podía cobrarse en carne, si acertaba el jugador quedaba eliminado. El juego terminaba cuando adivinase a todos los participantes.
Sonia y yo nos quedamos en la sala y todos los demás se fueron a otra habitación donde se desnudaron y cuando regresaron al salón, yo ya estaba preparada para el juego, con los ojos tapados por un antifaz. Sonia me dio varias vueltas antes de retirarse para desnudarse ella. Comencé a caminar sin rumbo buscando mi primera presa y no me fue mal al principio, pues tuve dos aciertos consecutivos, después fallé tres veces seguidas y a continuación eliminé a Marcos.
"Esta la conozco muy bien. - dije tocando su polla".
Continuó el juego, quedaban seis personas, cuatro hombres y dos mujeres. En el siguiente intento fracasé y Mario me quitó el sujetador. Mis tetas quedaron al aire y se empezaron a escuchar los murmullos de todos los hombres al verlas. Después le tocó el turno a una de las mujeres, la confundí con Sonia y me tocó perder el tanga. Sólo me quedaban las medias. En el siguiente intento eliminé a Sonia y en el siguiente a la única mujer que quedaba.
Los tres tíos que quedaban en juego tenían una erección tremenda. Me volví a equivocar y Mario me sacó las medias. Así que ya estaba completamente desnuda, no podía equivocarme una vez más. Sonia me dio varias vueltas para despistarme y continuó el juego. Mis manos empezaron a tocar una polla enorme, la tanteé varias veces, pasé la mano por el culo y las piernas, volví a la polla, la toqué con detenimiento varias veces, pero me equivoqué al decir el nombre, pues dije el nombre de uno de los eliminados.
"Ohhhhh. - dijeron varios".
Mario me agarró por el brazo y me preguntó: " ¿Qué prefieres sofá o mesa?"
“Me da igual, quiero que me folléis".
Mario me llevó hasta la mesa, me sentó en ella, después me tumbó, separó mis piernas y me preparó para metérmela hasta el fondo. Yo gemí varias veces mientras me la metía, Mario comenzó a moverse lentamente mientras me decía:
"¡Qué buena estás!"
Yo gemía cada vez más fuerte y hondo y él no paraba de decirme cosas y me jodía cada vez con más fuerza y rapidez hasta que los dos comenzamos a gritar de placer y nos corrimos.
Se notaba que todos estaban muy calientes, así que cuando terminamos de follar, todos buscaron alguien a quien follar.
Marcos se tiró a Ana, que estaba muy buena y muy caliente, en uno de los sofás y, cuando terminó de follarla, vi un espectáculo impresionante. Aquello superaba todo lo que había visto he imaginado. Una pareja jodía en el suelo, otra en la mesa, y las otras dos parejas estaban en el otro sofá. Una de estas parejas, él le comía el coño a ella y la otra pareja era ella la que le comía la polla al tío.
Yo me había puesto de rodillas, delante del sofá, comiéndole la polla al tío que me había follado unos minutos antes, y con su mano derecha acariciaba la polla de otro que a su vez le estaba comiendo el coño a Sonia, que gemía de placer y con sus manos sujetaba la cabeza del tío en su coño. Aquella escena terminó follando Marcos a Sonia y yo follando con un cuarentón en una posición increíble pues el tío me sentó en el sofá y me puso a cabalgar sobre su polla agarrada al respaldo del sofá.
Esta fue la primera parte de la fiesta. Después de aquella primera sesión, estuvimos tomando copas y charlando durante bastante tiempo. La conversación fue de sexo. Yo era la estrella de la fiesta y a petición de alguno de los asistentes, decidí atreverme con una nueva experiencia, el pasillo francés. Me tuvieron que explicar cómo funcionaba, "te metes dentro, nadie te vera entrar pues el acceso no se ve desde la sala, pulsas este botón y entonces se enciende una luz de llamada para que los usuarios sepan que hay alguien dentro. Los chicos meten sus pollas por los agujeros, tu elijes el o los que más te gustan y los masturbas o se la chupas". Sonia me preguntó cuántos chicos quería, le dije que uno nada más y ella me dijo que me enviaría tres, para que pudiese escoger. Me fui al pasillo francés y cinco minutos más tarde asomaron tres pollas por los agujeros. Después de mirarlas y acariciarlas me decidí por la que me pareció más bonita. El tío le debió gustar lo que le hacía porque se corrió en menos de dos minutos. Cuando me levanté vi que las otras dos pollas continuaban en sus agujeros, y que tenían unas erecciones enormes, me agaché y comencé a chuparlas y menearlas alternativamente y también se corrieron en un tiempo record.
Pero sentía que necesitaba más así que me fui a la zona de baile con Marcos, donde no se baila, se mete mano con música. Una de las chicas que estaba bailando tenía las tetas prácticamente fuera del sujetador y el tío le comía las tetas sin reparos, otra tenía la falda en la cintura y el tío le tocaba las nalgas y me miraba como alardeando del culo que tenía entre las manos. En esto estábamos cuando llegó una pareja que llevaba la misma pulsera que nosotros, luego nos enteramos que era distintiva de novatos. Marcos y yo comentamos que la pareja estaba muy bien, él tenía cuerpo de bombero. La chica llevaba una minifalda por el medio del muslo y estaba buenísima. Se pusieron a nuestro lado y miraron con asombro lo mismo que habíamos mirado nosotros. Se rieron y el chico nos preguntó si era la primera vez que estábamos en un club, le dijimos que sí y les preguntamos si también era su primera vez y nos dijeron que si. Seguimos bailando y mirando unos minutos y cuando nos retiramos les propuse si querían tomar una copa con nosotros y aceptaron.
La situación me pareció propicia, porque era evidente que no había rechazo en ninguno de nosotros y les propuse subir al reservado y follar juntos. Hubo un silencio de unos segundos, Marcos me miraba sorprendido, ellos se miraban entre sí, sin saber que responder y entonces ella preguntó: ¿te refieres a hacerlo cada uno con su pareja, pero juntos? Le dije que sí, se volvieron a mirar y ella dijo: "tendré que tomarme otra copa para que no me vuelva atrás".
Cuando terminamos las copas subimos a la planta superior, nos desnudamos y entramos en la sala de las colchonetas. Lo que más nos impresionó fueron los gemidos y jadeos que se oían, pues había varias parejas follando. Otras estaban sentadas mirando. Nos pusimos en una zona alejada de la gente y follamos cada uno con su pareja, en la posición habitual. Mientras follábamos nos miramos varias veces. Al terminar el polvo nos sentamos en las colchonetas mientras recuperábamos el aliento y miramos el ambiente que estaba en todo su apogeo, había gritos de placer, gemidos, risas, jadeos y se oía 'fóllame', 'sigue así', 'dame más fuerte', 'ponte encima' y cosas por el estilo.
Eso nos calentaba, por lo que yo y la otra chica estábamos más deseosas que antes de empezar. Era evidente que habíamos quedado con ganas, esto mismo no debió pasar desapercibido para dos tíos que estaban allí, pues se acercaron y nos dijeron:
"¿Nos podemos unir a vuestra fiesta?"
Uno de los tíos era Mario. No dudamos en responder y empezamos, agarramos sus pollas y comenzamos a chupárselas, mientras ellos nos metían mano por todas partes y nos decían cosas. Después de un buen rato así, nos follaron, en un polvo espectacular, con unos gemidos terribles.
Terminanos la fiesta a las cuatro de la madrugada. De camino a casa, en el coche de Marcos, no paramos de hablar de la experiencia. Le pregunté a Marcos con quién había follado, pues recordaba haberlo visto en acción y me dijo que había follado a parte de conmigo con Ana y con Sonia. Entonces "la campeona indiscutible de la fiesta he sido yo, que no recuerdo cuantas pollas probé en una sólo noche, JAJAJA...."

Andrea XXXIX, jugando en el probador.

Un día, estaba en casa de mis tíos. Necesitaba ropa interior y al menos un bikini, así que bajé hasta la boutique de la que soy clienta habitual. La tienda llevaba muchos años allí, creo que antes de que yo naciera, y la verdad a veces tenían cosas muy bonitas y a buen precio. Entré y vi un pequeño cambio en el personal, la señora que llevaba la tienda no estaba y en su lugar había una chica de unos 20 años, quizás la hija de la dueña o alguna empleada; aparte de ella, no había nadie, algo normal a aquella hora y en aquella época, cuando casi todo el mundo estaba tomando el sol en la playa. La chica me saludó y yo le devolví el saludo, mirando las estanterías en busca de cosas que ponerme. Mientras miraba la ropa interior, no pude evitar que se me escaparan furtivas miradas hacia la chica. Era una hembra espectacular, debía medir alrededor de 1’65, delgada aunque con curvas, con los pechos bastante más grandes que los míos, llenos y hermosos, acentuados por el top amarillo con tirantes que llevaba, que contrastaba con su piel morena sin duda debido a varias sesiones de playa. Su pelo era moreno, largo y rizado, recogido en una coleta, y sus ojos también eran negros y brillantes. Llevaba unos tejanos que marcaban su culo, algo plano, no tan firme como el mío, pero sin duda un caramelo, y un piercing dorado en el ombligo, que destacaba sobre su piel morena. Pronto, entre mirada y mirada, empecé a notar una humedad familiar entre mis piernas. ¿Pero qué me pasaba aquel día? Ya llevaba dos polvos, y mi cuerpo me pedía guerra. Tenía que hacer algo, ¿pero qué? Mientras cogía algo de ropa interior para probarme, mi mente lujuriosa empezó a maquinar un plan...
“¿Puedo entrar al probador?”, le dije a la chica.
“Claro”, replicó con una sonrisa.
Entré y me desnudé; mis pezones ya estaban duros y erguidos, deseando ser sobados por aquellas manos morenas, y mis labios vaginales ya brillaban, me estaba poniendo cachonda a marchas forzadas. Me puse un conjunto de lencería negra con tanga y sujetador, muy sexy, la verdad. Entonces, puse en marcha mi plan.
“Oye, perdona”, dije asomando la cabeza por el probador. “¿Me ayudarías a elegir? A pesar del espejo, me gusta que me ayuden otras chicas”.
La chica miró a la tienda vacía, y me dijo “Sí, espera” Fue a la puerta, la cerró por dentro y puso el cartel de “Volveré enseguida”. Perfecto. Se metió en el probador conmigo y me miró de arriba abajo. Intentó darme una opinión profesional, pero noté que se ponía ligeramente nerviosa.
“Estás muy bien”, me dijo, “un conjunto muy bonito que puedes llevar en cualquier ocasión”.
“¿Y ese azul”, le dije señalando uno de los que estaban colgados de la percha.
“Pues... cámbiate y veremos”.
“¿Por qué no me cambias tú?”, dije sonriendo.
Los ojos de la chica se cruzaron con los míos y centellearon. Se puso a mi espalda y me desabrochó el sujetador, liberando mis tetas cachondas. Las miró por el espejo, con los pezones duros y puntiagudos. Tras esto, me quitó el tanga también por detrás, arrodillándose y sobando mi culo, lo que me puso a cien. Yo no podía estarme quieta y me movía continuamente, mis labios vaginales y mi clítoris estaban hinchados esperando acción. La chica, por supuesto, se estaba dando cuenta de todo, y decidió no esperar más. Empezó a besarme el culo, aun de rodillas, tocando mi coño con la mano por detrás. Yo le dejé hacer, moviendo el culo a medida que lo besaba. Poco a poco, se fue acercando a la raja de mi culo y la lamió de arriba abajo, provocándome espasmos de placer.
“¿Cómo te llamas”, acerté a susurrar, “yo soy Paola”.
“Vanesa”, me dijo.
De rodillas, Vanesa me rodeó, sin dejar de besarme y acariciarme, poniéndome contra la pared. Yo podía observarlo todo en el espejo, lo cual le daba a la escena un morbo especial. La chica se quitó el top y el sujetador, permitiéndome una magnífica vista de su espalda; llevaba un tatuaje en el omoplato, un hada bastante grande. Empezó a besarme la parte interior de los muslos mientras sus dedos se abrían paso hacia el interior de mi coño. Yo temblaba de placer, todo mi cuerpo se agitaba, pero me negaba a cerrar los ojos, observando los movimientos de ambas en el espejo, mis tetas agitándose y su cabeza, brazos y pechos moviéndose por mi cuerpo; sin embargo, cuando su lengua se posó encima de mi clítoris no me quedó otra que apoyar las manos encima de su cabeza y cerrar los ojos, apoyándome en la pared y disfrutando del cúmulo de sensaciones que su lengua y sus dedos expertos me provocaban. No sabía si era lesbiana, pero sin duda no era la primera vez que hacía aquello, aunque siendo empleada en una tienda de ropa femenina habría tenido más de una oportunidad como la que le estaba brindando. Vanesa era toda una profesional, me ponía al borde del orgasmo con cada lametón que me pegaba, sus dedos se movían dentro de mí cada vez más frenéticamente. Yo casi no aguantaba ya, estaba a punto de correrme... y ahí llego.
“Aaaah, ah, ah”, grité sin poder evitarlo, poseída por un placer incontrolable.
Vanesa apartó la cara de mi coño, y me sonrió. Se puso de pie y nos pegamos un caliente morreo, yo además de los sabores de su boca podía notar los de mis propios jugos, lo que le daba a aquel momento un morbo especial.
“Ahora te toca a ti”, le dije cuando nuestras bocas se hubieron despegado. Bajé la vista hacia sus tetas; eran preciosas, con unos pezones enormes. No pude resistir la tentación de posar mis manos sobre aquella maravilla de la naturaleza, a lo que respondió con un sensual movimiento. Nos dimos la vuelta y la coloqué contra la pared, en el mismo sitio donde hace unos segundos me apoyaba yo. Empecé a besar, lamer y mordisquear aquellos pechos de delirio, a la vez que le desabrochaba los tejanos, que se quitó rápidamente junto a las bragas. Me percaté de lo sensibles que eran sus pezones, cada vez que pasaba mi lengua y en especial mi piercing por ellos se estremecía y gemía con intensidad. Durante unos segundos pensé en arrodillarme para probar su cuevecita de los placeres, pero deseché la idea al ver lo sensibles que eran sus tetas; me daba mucho morbo que una mujer se corriera así gracias a mí, por lo que puse una mano entre sus piernas y empecé a acariciarle los labios vaginales por encima, estaba increíblemente húmeda, aquello era prodigioso. No tardé en insertar dos dedos en su coño, a la vez que le trabajaba el clítoris con el pulgar; todo esto, por supuesto, sin dejar de sobar y lamer sus tetas y especialmente sus sensibles pezones, en los que centré toda mi atención. Vanesa se movía y se retorcía, combinando sus suspiros y jadeos con susurros de mi nombre que me hacían poner aún mas cachonda si cabe. Puso sus brazos a mi alrededor y noté como sus labios vaginales se contraían alrededor de mis dedos a la vez que la oí decir:
“Oh, si, Paola, si... me voy a... me voy a correr... aaaaay... ay, ay...”
Tras la corrida, retiré mis dedos de su coño y los lamí con mi lengua, en un sensual movimiento; ella se sumó a el, y nuestras lenguas acabaron entrelazándose, realizando una corta batalla en nuestras bocas. Tras esto, nos dimos otro beso, más romántico, y nos vestimos. Me pidió quedarse el tanga mojado que me había probado, y yo le dije que sí a cambio de sus bragas, también mojadas. Sonreímos picaronamente y nos intercambiamos las prendas, prometiéndonos que volveríamos a vernos. Finalmente, me llevé varios modelos y me marché tras hablar un rato con Vanesa.

Andrea XXXVIII, follando a escondidas.

El viernes por la noche, cuando salí del gimnasio, estaba lloviendo y aunque la casa de mis tíos queda bastante lejos, decidí ir andando, ya que no llovía demasiado fuerte.Lo malo fue que cuando estaba a mitad de camino, empezó a llover bastante y me estaba mojando toda.
Vi que un coche paraba a mi lado y tocaba el claxon, era un amigo de mi tío y vecino, vive practicamente al lado.
Subí al coche, agradecida porque me hubiera reconocido, se hubiera parado y ofrecido a llevarme a casa.
Tomás es un hombre maduro, de unos 49 años, pero está de muy buen ver, la verdad, siempre me llamó bastante la atención. A veces me preguntaba como sería sentir esas manos recorriendo mi piel, tan grandes, fuertes y a la vez tan suaves como parecían.
Con todos esos pensamientos viajando por mi mente, empecé a sentir que me mojaba en una zona, que hasta aquel momento era la única que se había mantenido seca. No pude evitar ponerme roja, cosa que no entiendo ni ahora, porque no me suelo avergonzar de estas cosas.
Comencé a imaginarme cosas, que de repente él me miraba, que veía lo puntiagudos que tenía mis pezones marcados por mi top mojado, pero no lo hizo, no me miró ni una sola vez, eso me dio mucha rabia, porque realmente lo quería.
Deseaba que aparcara el coche a un lado de la calle y me follara con todas sus ganas y con todas sus fuerzas, pero eso no pasó. Creo que me gustan las cosas difíciles, creo que me gustan los retos y él, realmente es uno de ellos.
Eso me ponía más caliente, no podía parar de mirarle de reojo, sus manos, su boca, su cuerpo tan masculino, tan hombre, me ponía a mil; y aún más saber que no lo iba a tener, que no lo iba a probar.
Me bajé de aquel coche, quedándome con las ganas de probarlo, de que me follara; me bajé totalmente mojada, por fuera y por dentro, pero ardiendo de calor. Sentía mi chocho muy caliente y necesitaba calmarlo.
Subí a la habitación de mis tíos, los dos estaban dormidos en la cama, pero necesitaba la polla y el cuerpo de mi tío, tenía que calmar esas ansias de sentir el cuerpo de un hombre.
Me acerqué a la cama y metí mi mano por debajo de la ropa hasta tocar la pierna de mi tío y fui avanzando hasta llegar a la polla, que nada más sentir el contacto de mi mano, comenzó a crecer.
Él se despertó y al verme allí, se llevó una sorpresa, salió de la cama de golpe y cogiéndome de la mano me metió en el baño que tienen en la habitación y cerró la puerta con el pestillo.
"¿Que crees que haces? Como tu tía se enteré que follo contigo se armará una buena"
"No tiene porque enterarse. Necesito follar"
 Aún no había terminado de hablar, cuando mi tío comenzó a quitarme la ropa de una manera desenfrenada, mientras me arrinconaba contra la pared del baño y me manoseaba por todo el cuerpo.
Bajó hasta mi coño, me abrió las piernas y metió su cara entre ellas, jugando con su lengua por mi raja, de arriba a abajo, haciéndome temblar de gusto y soltar un pequeño gemido.
Subió y me tapó la boca, susurrándome al oído.
"Shhhhhh, no hagas ruido"
"Tengo que hacer pis."
"Ven"
Se acostó en la bañera e hizo que me pusiera de cuclillas encima de su cara, pidiéndome luego que meara, que quería beber de mi pis y sentirlo por su cara. Eso me excitó muchísimo. Me puse en cuclillas encima de su cara, dejando que se deleitara con la imagen de mi coño depiladito y mojado  y mi agujero totalmente abierto. Luego le solté el chorro de pis que le cayó por su cara. Él abrió la boca, dejando que mi meo le entrara en ella, para luego soltarlo por los bordes y saborear lo que le quedaba en la boca.
Cuando terminé de hacer pis, se tragó las últimas gotas y me pasó toda su lengua por todo mi chocho para limpiarlo.
Se levantó y me pidió que me acostara y entonces me echó un chorro de meo por todo mi cuerpo, por mi cara, por mis tetas, por mi coño. Para luego darme a chupar su polla, dejándola bien limpia y haciendo que volviera a estar dura, grande y gorda.
Fue hacia la ducha y abrió el agua.
"Así podrás gemir bajito"
Nos metimos en la ducha y me puso encima de él, para luego clavarme de golpe la polla en el chocho, hasta el fondo, de una sola embestida. Noté como su polla crecía en mi interior, haciéndose sitio y él cada vez me clavaba la polla con más fuerza. Yo sentía una mezcla de dolor y placer, que me volvía loca, hasta llegar un momento en que lo único que sentía era gusto y necesitaba más. Quería más fuerte, más hondo, más rápido. Y él lo sabía, y me lo dio, mientras me hundía sus uñas en mis nalgas, hasta el punto de hacerme daño, pero el dolor se fue en el momento en que metió la polla hasta el fondo, corriéndose en mi interior y haciendo que yo también me corriera; los músculos de mi coño apretaron su polla, para luego soltarse y con ellos soltar todo el líquido que tenía dentro, derritiéndome en sus brazos, mientras que ahogaba mis gemidos en su hombro.
Después de secarse salió para meterse de nuevo en la cama y al poco rato salí yo. Mi tía estaba totalmente dormida, no se había enterado de nada, y eso me hacía sentir mucho morbo. Salí de la habitación y me acosté en mi cama, preguntándome , hasta quedarme dormida, si con el vecino, ese hombre que me había llevado a casa, sería tan excitante como con mi tío.
El ganador de este último concurso es Duckoy, así que ya sabes, ponte en contacto conmigo para quedar un día a una hora que nos venga bien a los dos. Estoy deseando tener esta experiencia contigo.

Andrea XXXVII, me desvirgaron en un pajar.

Desde mis primeras experiencias en el sexo la idea de follar con un chico me rondaba en la cabeza seguido, no podía dejar de pensar en como sería, que sentiría; y aunque algunas amigas me habían metido miedo al decirme que a ellas les había dolido, eso no me quitó ni las ganas ni la curiosidad.Tampoco me dejaron de dar esos calores entre las piernas cuando algún chico tonteaba conmigo, ni esa sensación de querer y necesitar meter algo duro, grueso y largo hasta el fondo de mi agujero, que cada día que pasaba estaba más mojado y jugosito. Cada día estaba más cachonda, por poca cosa ya me encendía y mi chocho reclamaba más atención por mi parte.Un día de verano, cuando yo tenía dieciséis años, fuimos a casa de mis abuelos paternos para comer y pasar la tarde con ellos.
Viven en una aldea, aunque para ser tan pequeña siempre tuvo bastantes habitantes. A mi siempre me había gustado ir por verano porque los nietos de otros vecinos iban a veranear allí y casi todos solían ser de mi misma edad más o menos. Nos juntábamos todos y nos lo pasábamos en grande.
Cuando llegamos, mis abuelos nos estaban esperando para comer.
Recuerdo que había comido muy rápido, pues tenía ganas de ir a dar una vuelta, a ver si me encontraba a alguien conocido.
Nada más salir me encontré con Lucía y Manuel, me lo pasaba genial con ellos, eran muy simpáticos. Les acompañaba un chico muy guapo al que no conocía. Era un chico de pelo castaño claro y ojos color miel y muy alto. Lucía y Manuel tenían la misma edad que yo, pero este chico parecía ser más mayor.
Al verme, esa chica rubia de ojos azules, que siempre tenía una sonrisa en la cara, se abalanzó contra mi, dándome un abrazo enorme y las dos empezamos a dar saltos de alegría. La verdad, que ahora lo pienso y me da vergüenza, pero en ese momento era lo que sentía y eramos unas crías, así que actuábamos como tal.
Nos presentaron, se llamaba Daniel, y creo que desde el primer momento los dos nos gustamos; él no paraba de preguntarme cosas, de hacerme reír, siempre caminaba o se sentaba a mi lado. Y así pasó la tarde entre risas, miradas y roces de manos.
Yo cada vez estaba más caliente, necesitaba besarlo, sentir el roce de todo su cuerpo contra el mío y quería probarla, si quería meterme su polla hasta sentir que llegaba al fondo.
Ya se estaba haciendo de noche y todos teníamos que volver a casa, a mi me estarían esperando para marcharnos. La casa de mis abuelos quedaba más alejada que el resto, así que Daniel se ofreció para acompañarme y que no fuera sola.
Me despedí de Lucía y Manuel, nos volveríamos a ver dentro de dos semanas.
Cuando los perdimos de vista, él empezó a decirme que por fin estábamos solos, que había tenido muchas ganas de tenerme para él solo durante toda la tarde; y sin más, se giró hacia mi y me espetó un beso en toda la boca, mientras sus manos bajaban hasta mi culo. Eso me encendió tanto, no pude reprimirme y mis manos se levantaron para rodearle su cuello. Lo apretaba tanto contra mí, no quería que parara, no quería que se apartase.
Me dijo algo así como que estaba hecha una loba, no le presté mucha atención en ese momento. Solo sé que una cosa llevó a la otra y no sé muy bien como, cuando me dí cuenta estábamos metiéndonos en un pajar, los dos besándonos, comiéndonos la boca, abrazándonos y tocándonos por todos nuestros cuerpos.
Teníamos la temperatura muy elevada, yo notaba como su piel ardía, como temblaba de deseo. Fue quitándome la ropa por el camino y eso me ponía más cachonda, no podíamos esperar.
Nos quitamos la ropa y la echamos en el suelo, hasta quedar totalmente desnudos, hasta notar que tocando por donde tocaramos sentíamos la piel del otro. Me fue bajando hasta que me echó en el suelo, encima de nuestra ropa y siguió besándome y tocándome por todos los sitios, me chupaba los pezones, me agarraba de la cintura apretándome contra él, para que notara su polla.
Él sabía que yo era virgen y me decía que me relajara, que no me iba a hacer daño. Se puso en el suelo e hizo que me pusiera encima de él, con las piernas abiertas y poniendo el capullo de su polla en el principio de mi agujerito, fue metiéndomela poco a poco y cuando me quise dar cuenta, la tenía totalmente dentro de mí. Estaba tan caliente, solo quería que siguiese, que no parara. Me folló suave, pero a la misma vez con mucho deseo, muy ardiente, agarrándome por la cintura, empujaba para metérmela hasta el fondo, con cada embestida yo gemía sin poder controlarme. Los dos sudábamos y temblábamos de placer. Notaba mucho calor en mi entrepierna, me notaba muy mojada, no sabía si era sangre, flujo o las dos cosas, pero me daba igual. Noté como un hormigueo por mi vientre, espasmos en los músculos de mi coñito y luego me corrí, nos corrimos.
Había sido estupendo, pero teníamos que irnos, nos vestimos y seguimos el camino. Recuerdo, que me dejó su jersey para ponérmelo alrededor para que no se me viera la sangre, que me había traspasado el pantalón. Cuando llegamos a casa de mis abuelos, me besó, nos despedimos y esa fue la última vez que lo vi. No volvió a ir de vacaciones por allí, o por lo menos no coincidimos.
Yo, aún voy algunos días por la aldea de mis abuelos y sigo teniendo la esperanza de volver a encontrármelo, ya que ahora podría hacerle disfrutar más que en aquel momento, la experiencia hace mucho y yo ahora creo que voy sobrada.